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Los mercados, una cultura alimentaria

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Sant Josep - La Boqueria, Barcelona - Foto por fossilmike en Flickr - clic para ver original

Al hilo de los últimos posts que hemos publicado sobre URBACT Markets, os dejo una interesante serie de artículos sobre los mercados de Barcelona.

Es interesante leer y reflexionar sobre lo que implica este modelo económico, social, gastronómico y el modo de vida vinculado al mismo. Después de haber vivido en el último año en Noruega y en Estados Unidos, se me hace más evidente el valor de este modelo así como las numerosas implicaciones personales, sociales y medioambientales que tiene en nuestra vida diaria y a escala urbana.

Os dejo con un extracto del artículo Mercados e identidad alimentaria, escrito por Manuel Guàrdia de la Universitat Politècnica de Catalunya:

Los mercados han sido elementos generadores de la ciudad europea y articuladores fundamentales de la vida urbana, puntos de conexión entre el mundo rural y el mundo urbano, espacios fundamentales de sociabilidad, intercambio y negociación. Han sido y siguen siendo, en definitiva, exponentes de las lógicas de la proximidad, que han estructurado históricamente los valores básicos de la cultura urbana. La sentencia –atribuida a Josep Pla–, “la gastronomía es el paisaje puesto en la cazuela”, pone de manifiesto cómo se construyó la cocina tradicional sobre las lógicas de la proximidad porque, en efecto, en los pueblos y las ciudades, la fusión entre cocina y paisaje se hacía a través de los mercados semanales, que eran el punto de confluencia de los productos del entorno rural inmediato.

Las transformaciones de las ciudades desde el siglo XIX significaron una profunda renovación de los mercados tradicionales. Eran una respuesta al crecimiento explosivo de las ciudades, a los nuevos requerimientos culturales y a la necesidad de contención de los precios de los consumos básicos para asegurar la paz social y el buen funcionamiento económico. A menudo las renovaciones surgieron como respuesta inmediata a los disturbios provocados por las crisis de subsistencia de unas clases populares urbanas en crecimiento. Las nuevas construcciones intentaban confinar en espacios cerrados, cubiertos y bien organizados, unas actividades que hasta entonces habían invadido desordenadamente las plazas y las calles.

Desde el punto de vista de la cultura del consumo, el mercado cubierto significó una “transición” entre la plaza al aire libre, auténtico corazón de la ciudad preindustrial, y los centros comerciales modernos. Desde un punto de vista arquitectónico, los espaciosos “paraguas de hierro” del siglo XIX, con sus paradas fijas y ordenadas, son el eslabón entre los toldos y las mesas desmontables a la intemperie y la exposición seriada del supermercado moderno.

En las siguientes páginas nos proponemos revisar la evolución de esta tradición comercial y alimentaria. Manuel Guàrdia y Marçal Tarragó sostienen que la cristalización de la cocina catalana y mediterránea ha ido de la mano de la consolidación de nuestro modelo de mercado. La periodista Trinitat Gilbert y la cocinera Ada Parellada, por su parte, describen sus valores: la preferencia por los productos de proximidad, frescos y saludables; la relación de confianza que se establece con el paradista; la constitución del mercado como eje central del barrio, punto de encuentro y socialización, sobre todo para la gente mayor; el fomento de unos hábitos alimentarios saludables. Finalmente, Joan de Déu Domènech, historiador, escritor y gastrónomo, aventura un examen prospectivo con unas gotas de escepticismo.(…)

Para seguir leyendo:

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Formación en planeamiento urbano sostenible… para políticos

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Training for Elected Representatives

Hoy os contamos una de las nuevas iniciativas piloto que se están poniendo a prueba desde URBACT de cara a la tercera edición de este programa europeo, y que nos ha parecido francamente interesante, oportuna y potencialmente muy beneficiosa para el futuro planeamiento y desarrollo de las ciudades a las que afecte.

Generalmente, cuando se trata de favorecer la implementación de medidas para la sostenibilidad en las ciudades, nos centramos en los técnicos, expertos y profesionales. Sin embargo, los agentes que mayor impacto producen en el desarrollo urbano están a otro nivel: el de la creación de políticas y la toma de decisiones, ya que estas afectan desde arriba a toda la estructura jurídica, económica y cultural implicada en la vida de una ciudad. Indudablemente, la  voluntad política es fundamental a ese nivel, y también la capacidad de los representantes electos para entender el impacto de sus decisiones a diferentes escalas. Cuanto más capacidad de decisión tiene una persona, más responsabilidad.

Y ahí es precisamente a donde se dirige esta iniciativa piloto del programa URBACT, que propone una formación específica en planeamiento urbano integrado y sostenible dirigida precisamente a los decision makers, a las personas que tienen más capacidad de decisión sobre las ciudades y por tanto también más impacto y responsabilidad. Como explica Charlina Vitcheva, directora de la Dirección General de Política Regional y Urbana:

Nuestro Comisario Johannes Hahn piensa que es muy importante la participación de los representantes electos en todo el proceso, porque en primer lugar, tienen el poder de ser elegidos por la gente, y en segundo lugar están próximos a la temática del desarrollo local. Esta formación es parte del proceso de capacity building (desarrollo de capacidades) local que tenemos la intención de reforzar en la próxima ronda de financiación.

El objetivo del programa es facilitar a estos representantes una mejor comprensión de las políticas urbanas europeas, un mínimo conocimiento sobre lo que implica el desarrollo integrado y sostenible, y una serie de herramientas prácticas necesarias para la gestión de proyectos en esa línea.

urbelect

Primera sesión en Bruselas

Con vistas a la primera edición de este plan de formación (organizado en torno a tres seminarios) se convocó a alcaldes, tenientes de alcalde y concejales de diferentes ciudades en las que se están ejecutando actualmente proyectos URBACT. Se recibieron alrededor de 70 solicitudes para participar y se seleccionaron los mejores 30 candidatos, que se juntaron por primera vez en el primer seminario los pasados 8 a 10 de abril. Se puso especial atención en la creación de un grupo muy diverso, en el que cada participante pudiera aportar una experiencia y punto de vista específicos.

Métodos y herramientas para el desarrollo de políticas

Una vez que todos los representantes políticos seleccionados hicieron un hueco en sus agendas para asistir al curso, ¿cómo desarrollar este? El primer seminario, como los que le sigan con más o menos variaciones, incluyó presentaciones teóricas, ejercicios prácticos sobre herramientas que pueden ser empleadas para el planeamiento urbano integrador y colaborativo, y un proceso de revisión por pares realizado por los propios asistentes. Las horas de formación se complementaron con visitas guiadas a proyectos en marcha, con las que se pretende acercar a los asistentes a casos prácticos y experiencias concretas.

Se puede condensar el contenido y el enfoque de este programa en los siguientes aspectos: intercambiar conceptos, teorías y casos inspiradores; obtener nuevos conocimientos, herramientas y métodos de planeamiento urbano; conectar con otros a través del intercambio y la revisión por pares, y encontrar inspiración en el estudio de casos.

Aprendizaje activo

Esta primera sesión no fue precisamente un descanso para los asistentes, contando con un programa muy apretado de la mañana a la noche. Algunas actividades estaban enfocadas específicamente a animar el ambiente, a romper el hielo y ayudar a los participantes a conocerse y conectar. Por ejemplo, cada uno tuvo que dibujar un “escudo de armas” propio que representara su trabajo, su situación familiar, sus intereses o aficiones y su participación en URBACT.

Otras actividades estaban más orientadas a descubrir y probar herramientas, como el ejercicio práctico en el uso del “árbol de problemas”, que fue bastante ilustrativo sobre la manera de identificar, analizar y abordar los problemas. Es un juego de roles en el que los diferentes actores identifican las raíces de un problema específico (en este caso un alto nivel de desempleo en un barrio marginal) y dibujan de forma colaborativa un árbol. Una buena manera de fomentar la colaboración, que además facilita la aparición de debates y discusiones durante el ejercicio.

Además de la puesta en común de los problemas que plantea el planeamiento urbano, se presentaron y debatieron diferentes Planes de Acción Local y otras iniciativas locales llevadas por los propios asistentes. Gracias a la traducción simultánea en hasta 6 idiomas, todos los asistentes pudieron participar en un idioma en el que tuvieran suficiente soltura. Según Ségolène Pruvot, responsable de comunicación del programa:

“Resultó muy motivador comprobar que la gente está dispuesta a superar un cierto grado de dificultad inicial para trabajar juntos y aprender unos de otros, a pesar de las diferencias lingüísticas y culturales, o incluso de puntos de vista políticos divergentes.”

¿El resultado? Por lo que se puede leer en el informe de la primera sesión, bastante positivo. Gus Hoyt, concejal en el city cabinet de Bristol, lo resumía así:

“Se trata principalmente de averiguar qué ha funcionado y qué ha fallado en otras ciudades. La gente está siendo bastante honesta y no tratan de vender demasiado. Realmente ha resultado ser un buen espacio en el que compartir conocimiento.”

Próximos pasos

Los próximos seminarios serán en septiembre y diciembre de 2013. El primero tratará sobre el enfoque participativo y la implicación de las partes interesadas, y el segundo sobre la sostenibilidad y los procesos de cambio. Próximamente se irán publicando en el blog de URBACT o en su página oficial más comentarios y conclusiones extraídas de esta primera experiencia.

También podéis seguir @URBACT en Twitter y ver el hashtag #urbelect para seguir los debates alrededor de los seminarios.

Más información:

Página de presentación del piloto: Training for Elected Representatives
Post en el blog de URBACT: Elected Representatives Want to Learn Integrated and Sustainable Urban Planning Too!
Informe en la página de URBACT: Special Report – Launch of URBACT Training for Politicians on Sustainable Development
Otra iniciativa interesante: Erasmus for elected representatives 

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Tonucittá, un nuevo número de la revista Márgenes dedicado a los niños

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Tonucittá - Revista Márgenes n5

Compartimos con vosotros la publicación del número 5 de la revista Márgenes de Arquitectura Social, en esta ocasión dedicado al papel de la infancia en la visión y la transformación de la ciudad. Se titula Tonucittá, en homenaje al maestro Francesco Tonucci, principal referente de esta corriente de pensamiento y práctica.

Tonucci es autor del libro “La ciudad de los niños” en el que critica la forma en el que las ciudades están estructuradas, y aconseja que la ciudades sean estructuradas y creadas pensando en los niños, en cierta medida “protegidos” por el resto de la población. Tonucci defiende la idea de que la escuela debería crear personas que fueran capaces de respetarse, ser individuales, libres, tener sus propias opiniones, personas menos frustradas y más decididas a formar sus capacidades.
La escuela debería de ser más abierta a las opiniones de los niños, crear el conocimiento entre docentes y discentes, para crear una ciudadanía más completa, competente y colaboradora.

La página web de la revista permite navegar por los contenidos de todos los números así como descargarlos en PDF y visualizarlos en issuu.

Esperamos que sea de vuestro interés.

revistamargenes.com
facebook.com/revistamargenes
twitter.com/Revist_MARGENES

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Jornadas “De-construyendo los procesos urbanos” | 7 y 8 de mayo en la Complutense

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de-construyendo los procesos urbanos - cartel - clic para ampliar

Mañana y pasado tendrán lugar estas jornadas en la Universidad Complutense de Madrid, con un enfoque muy interesante centrado en tres ejes temáticos: city-marketing, la construcción del espacio público, y represión/resistencia en el espacio urbano.

Os dejamos el programa:

de-construyendo los procesos urbanos - programa - clic para ampliar

Inscripción (3€): [Download not found]
Contacto y envío fichas: jornadasprocesosurbanos@gmail.com
Cómo llegar: [Download not found]

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Mercados municipales: tejido local y sostenible II

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Según se pregunte a un tendero o a otro el vaso esta medio lleno o medio vacío. El Mercado de Antón Martín en la calle Atocha, en el centro histórico de Madrid, no parece muy vivo un miércoles por la tarde, al final de la jornada. Aunque hay puestos cerrados, la mayoría están “habitados” por una mezcla que hasta hace poco sería extraña: puestos de artículos de primera necesidad como fruta, pescado, o carnes de distinto tipo se alternan con otros que ofrecen sushi, bombones y delicatessen, o fanzines con magdalenas caseras de chocolate. “Muffins”, reza el cartel de dígitos giratorios heredado de la frutería de Doña Carmen que antecedió a la editorial-bar. A medio camino, los puestos “bio” que ofrecen un poco de todo.

El proceso se inició a raíz de Mercado Abierto, un proceso de diagnóstico participativo impulsado por el equipo de arquitectos VIC (Vivero de Iniciativas Ciudadanas), vecinos del mercado, en el que se definieron retos y estrategias para hacer más viable el mercado y revitalizarlo en términos de comerciantes y público.

Pese a la aparente reactivación y el aumento en el número de puestos, los vendedores con más tiempo en el Mercado se muestran pesimistas. Añoran el renacimiento que experimentó el barrio en general hace diez o quince años cuando la población inmigrante comenzó a asentarse en la zona. Lo mismo ha ocurrido con otros mercados municipales que se han convertido en una referencia en Madrid: el Mercado de los Mostenses, sepultado tras la pantalla de edificios de la Gran Vía o el enorme Mercado de Maravillas en el mestizo barrio de Cuatro Caminos. Docenas de puestos se han abierto para vender productos especializados o comunes a los nuevos vecinos.

Sardinas - Foto por Andrés Walliser

Sardinas – Foto por Andrés Walliser

Libros y... jamoncitos deshuesados - Foto por Andrés Walliser

Libros y… jamoncitos deshuesados – Foto por Andrés Walliser

En el Mercado de San Fernando el espíritu es más positivo. Se partió de una situación peor, con la mayoría de los puestos cerrados. La iniciativa no ha venido de una administración local con poca imaginación y menos recursos, sino desde los actores del barrio. Un caso bottom-up ejemplar de reactivación del tejido comercial. En ambos casos gerentes, redes sociales y gente con ganas de iniciar un negocio se pusieron de acuerdo en que sólo cabía reinventarse. Los alquileres se redujeron y el Ayuntamiento transigió en cambiar los reglamentos desfasados que abocan a los mercados a una agonía segura.

Lado a lado - Foto por Andrés Walliser

Lado a lado – Foto por Andrés Walliser

La desocupación de los espacios comerciales en muchos barrios lleva a una cierta desaparición de la actividad social en los espacios públicos, como hemos mencionado antes en otros posts. En el caso que nos ocupa, además de revitalizar este aspecto de la vida de barrio, la reactivación de los mercados brinda nuevas oportunidades de actividad económica a gente que opta por reinventar su actividad profesional desarrollando nuevos negocios, productos y lo que es mas importante nuevas formas de organización comunitaria. La clave reside además en la articulación de intereses entre los comerciantes tradicionales y los nuevos comerciantes y su nueva oferta al barrio. Aun así la sostenibilidad de los mercados revitalizados no sólo depende de la capacidad innovadora de los comerciantes, sino también, como en todo negocio, de que disfrute del apoyo de la clientela, en este caso de su compromiso con un proyecto que ofrece productos diferenciados y que compite con las cadenas de supermercados de barrio que son los grandes beneficiarios de la crisis ante el colapso del modelo de gran superficie. Para muchos de los nuevos comerciantes que se han instalado en esto dos mercados del barrio de Embajadores, su proyecto tiene un espíritu transformador y que persigue una mayor cohesión social en el barrio, mediante el refuerzo de los lazos comunitarios y la solidaridad. Esta aspiración se encuentra tanto en los procesos de economía social que se están implantando como en las mercancías y productos vendidos, que incorporan conceptos como el reciclaje, el carácter orgánico, la dimensión creativa o la filosofía procomún.

Cafetería en el mercado - Foto por Andrés Walliser

Cafetería en el mercado – Foto por Andrés Walliser

Productos ecológicos - Foto por Andrés Walliser

Productos ecológicos – Foto por Andrés Walliser

Sushi, marisco y vinos - Foto por Andrés Walliser

Sushi, marisco y vinos – Foto por Andrés Walliser

Como conclusión abierta a la reflexión me parece oportuno plantear la dimensión social y material del espacio virtual. Viejos espacios degradados se reactivan y reinventan (partes de) la ciudad al margen de los grandes actores privados –con ánimo de lucro– que protagonizan la gestión del suelo y el espacio público en nuestras ciudades. Las políticas de desarrollo económico local son inexistentes en las políticas urbanas madrileñas, y en general escasas en otras ciudades, frente al enorme peso que cobran en el Reino Unido o en Francia.

De cara a la ciudad como organismo complejo estas nuevas formas de revitalización pueden ser laboratorios para el desarrollo aproximaciones innovadoras a la economía y el desarrollo local desde abajo. Los proyectos mencionados en este artículo se pueden englobar en el concepto de sentient city (ciudad sensible) que Domenico Di Siena define así:

La Ciudad del Conocimiento es una Ciudad Sensible que potencia la comunicación entre ciudadanos, promueve los procesos de Inteligencia Colectiva y el respeto del procomún. Entiende los ciudadanos como protagonistas de los procesos que generan la identidad local.

Este artículo es la segunda parte de Mercados municipales: tejido local y sostenible I

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Preestreno de “The Human Scale” + Conferencia de Gehl Architects + Mesa redonda | 12 de abril

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COAM Y CANAL+ preestrenan el filme en España. El equipo danés de Gehl Architects impartirá una conferencia y, tras la proyección, se celebrará un debate sobre el futuro del espacio público en las grandes metrópolis, en el que participará Belinda Tato, de Ecosistema Urbano.

Con este impresionante trailer se presenta “The human scale” (La escala humana), un documental del danés Andreas Mol Dalsgaard que retrata el conflicto que supone en las grandes metrópolis el crecimiento exponencial de la población, que de ser en la actualidad un 50% pasará a ocupar un 80% en el 2050.

Programa

17.30. Conferencia de Lin Skaufel, socia del estudio Gehl Architects.
18.45. Pausa.
19.00. The Human Scale. Presentación institucional, a cargo de José Antonio Granero, Decano del COAM, Iñigo Trojaola, editor jefe de documentales de Canal+, Sarah Bogantes, agregada cultural de la Embajada de Dinamarca en España, y Carlos Díaz del Río, socio director de Tornasol Producciones.
19.20. The Human Scale. Proyección de la película (70 min.)
20.40. Mesa redonda, con la participación de Lin Skaufel (Gehl Architects), Belinda Tato (Ecosistema Urbano), y Fernando Porras-Ysla (m-río). Modera: Inmaculada E. Maluenda, vocal de Junta de Gobierno COAM.
21.30. Cierre, a cargo del decano del COAM.

El arquitecto danés Jan Gehl, desde una aproximación sociológica al urbanismo, reconocida internacionalmente a través de sus publicaciones y conferencias, defiende como uno de los mecanismos prioritarios la necesidad de ganar espacio público. Junto a su experiencia, se ofrecen episodios pioneros en ciudades como Nueva York, Pekín o Tokio, junto con otros testimonios que tratan de ofrecer una reflexión sobre las soluciones que deben acometerse en las grandes ciudades relacionadas con la escasez de petróleo, el cambio climático, el aislamiento social y los problemas de salud derivados de la vida urbana en las grandes metrópolis.

Más información:

Lugar: LaSede del COAM, Hortaleza, 63.
Fecha: 12 de abril de 2013, 17:30h.
Organizan:  COAM, Canal+ Xtra, Tornasol Producciones y Embajada de Dinamarca en España.

Página oficial: thehumanscale.dk
Ficha en IMDb: The Human Scale (2012)
Estreno en televisión: A partir del 15 de abril (Canal+ Xtra)

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Crowdfunding… ¿aplicado al desarrollo urbano?

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El boom del crowdfunding. Una idea nada nueva, con nuevos medios.

El crowdfunding o financiación colectiva (o en masa) es un concepto que viene de lejos y que se puede definir sin mucha complicación: consiste en la financiación de un proyecto a través de la suma de muchos aportes, generalmente de baja cuantía, frente al modelo del gran inversor. Por ello también se le conoce como micromecenazgo. Pero esa definición esconde muchas complejidades, como iremos viendo.

Las prácticas de préstamo o apoyo microfinanciero tienen un doble origen. Por un lado en la necesidad de las comunidades con recursos escasos de generar recursos de capital para desarrollar proyectos productivos o personales de sus miembros. Hay modalidades en distintos contextos culturales en las que los participantes generan un fondo general al que se tiene acceso por turno o sorteo, mientras que en otras variantes la financiación tiene lugar entre individuos (peer to peer). Por otro lado el crowdfunding se puede entender como un desarrollo de la tradición filantrópica, especialmente en países anglosajones con una fuerte tradición de la sociedad civil donde la donación constituye una forma de contribución a la mejora de la comunidad, una forma de lograr estatus para el donante y exenciones fiscales. En Estados Unidos la cultura de la donación es muy importante y a menudo supone el desarrollo de proyectos vitales para los sectores más desfavorecidos a los que las políticas del Estado no llegan o lo hacen de forma insuficiente. En este contexto es importante fijar el comienzo del crowdfunding con interés social o comunitario en una evolución natural en la que las nuevas tecnologías se convierten en una herramienta decisiva para atomizar el concepto de donación, a la vez que aproxima proyectos e iniciativas a la sociedad en general, que a menudo reacciona en relación a estímulos solidarios, identitarios o políticos.

Desde principios de los 2000 el microcrédito se fue acercando a las nuevas tecnologías, dando lugar a plataformas como Zopa, Prosper o Lending Club. Unos años después, le llegó el turno al crowdfunding propiamente dicho: cuando en 2009 apareció la primera plataforma online de este tipo, Kickstarter, se hizo rápidamente evidente que sus creadores habían dado, no sólo con un filón de negocio importante, sino con una forma de relacionar economía y cultura que iba a dar que hablar. A día de hoy no dejan de emerger nuevas plataformas en diferentes contextos y con distintas modalidades, a un ritmo cada vez más acelerado.

Con esto, era inevitable que tarde o temprano nos hiciéramos la primera pregunta que queremos abordar aquí:

¿Es posible aplicar la financiación colectiva a proyectos de transformación urbana, sean de arquitectura, de intervención en el espacio público o de diseño urbano? ¿Qué conseguiríamos con eso?

Parece lo mismo, pero no es igual.

Ante esta pregunta se ha generado un interesante debate, planteado tanto desde el punto de vista teórico como desde la práctica y el activismo.

Las primeras respuestas fueron directas y sin concesiones: probarlo. Poner una pieza de mobiliario urbano, un jardín comunitario y hasta una gran piscina experimental como +Pool, directamente en Kickstarter, metiéndolos en la categoría de diseño entre una pulsera y unos calcetines, y ver qué pasaba. Total, sólo es una diferencia de tamaño y cantidad, ¿no?

Plus pool en Kickstarter

¿Lo es, realmente? Alexandra Lange lo pone en duda en su artículo Against Kickstarter urbanism (Contra el urbanismo Kickstarter), en cuyo encabezado web se puede leer, entre líneas de código, que el título original era en realidad un menos contundente pero más ilustrativo “puedes kickstartear una cuchara comestible, pero no una ciudad”. El artículo, que también comentaba Bernardo Gutiérrez en su recientísimo post ¿Crowdfunding para ciudades?, está lleno de dudas más que razonables.

Una plataforma de financiación apta para un reloj no es una plataforma de financiación apta para una ciudad. Las expectaciones, los plazos y la comunidad relevante son salvajemente diferentes. […] La línea de tiempo de los proyectos urbanos, los permisos requeridos en la vida real y los enormes costes de construcción son muy poco adecuados para el enfoque de Kickstarter. […] Un parque va a requerir mucho más que 5€ y un “¡Buena idea!”.

Es cierto. Entre el dinámico vídeo de presentación o los atractivos renders iniciales y el proyecto acabado hay más distancia de la que muchos usuarios pueden percibir o entender en el momento de decidir si hacen o no su aportación. La complejidad real del proceso que un gran proyecto tiene detrás acaba dejando aquella página inicial de Kickstarter como un mero ejercicio de storytelling tan hueco como bien intencionado.

Propuestas como + Pool o LowLine tienen una cosa en común: muestran la evocadora imagen final de un proyecto muy ambicioso (imperativos del marketing), pero en realidad piden fondos para un primer paso realista y casi modesto: un prototipo a escala real de la solución constructiva a emplear. La visión y el plan de trabajo se confunden, provocando que un micromecenas poco atento caiga fácilmente en el error de obviar la distancia que hay entre ese primer prototipo (diez o veinte veces más costoso que la media de los diseños completos presentes en la misma plataforma) y el proyecto final construido y utilizable (a un nivel de presupuesto muchísimo mayor). Como dice Lange en su artículo, “el sueño consumible estaba a años y burocracias de distancia”.

Todo ese “lastre” no visible, en forma de trámites, procesos de diseño, requisitos, agentes implicados, dificultades técnicas, condiciones legales, apoyos o desconfianzas varias y demás elementos que un profesional de estas áreas conocerá bien pero que incluso él difícilmente podrá prever, es lo que Dan Hill de Sitra llama “materia oscura” y sitúa como uno de los temas a resolver por cualquier plataforma de crowdfunding que quiera aspirar a lanzar proyectos de gran escala.

Lange concluye su artículo con un decepcionado “todo lo que el formato [de Kickstarter] puede manejar son pequeñas piezas del puzzle, como gizmos [o gadgets]”. Pero como comentan en un artículo de Project for Public Spaces que responde en cierta manera al de Lange, esto puede ser también una oportunidad:

Las estrategias destinadas a dar vida al espacio público a corto plazo pueden ser una manera extraordinariamente efectiva de construir el soporte de la comunidad para proyectos más grandes.

Lo cual podemos reconocer como la base de muchos proyectos de urbanismo táctico que, a través de acciones ligeras de bajo perfil económico y pocos requerimientos burocráticos, han logrado despertar una comunidad a su alrededor. En el urbanismo táctico o en cualquier proceso de transformación urbana de estas características no se produce exclusivamente una intervención en el espacio o en la trama urbana. Los proyectos que se desarrollan de abajo a arriba (bottom-up) son procesos en los que a menudo se producen negociaciones, generación de conocimientos, nuevas narrativas sobre el espacio y la identidad del lugar y de sus habitantes. Todo ello constituye un valor añadido que a menudo supera en el tiempo la vida de la dimensión física de la intervención.

Las plataformas genéricas de crowdfunding han demostrado ser muy aptas para financiar y lanzar “dispositivos”, objetos o construcciones de pequeña escala, bajo coste y alta replicabilidad, que muchas veces tienen más potencial para transformador que otras infraestructuras de gran porte. Parece razonable incorporar esta particularidad, como un aprendizaje, en cualquier plataforma específica que esté por aparecer.

Aula Abierta Sevilla en Goteo


Pero… insistimos en ir a lo grande. ¿Qué plataformas necesitaremos?

Tras intentar usar una plataforma existente como Kickstarter (o Goteo, con proyectos como el Aula Abierta de Sevilla, o cualquier otra) y descubrir que no valen para todo por igual, los promotores inquietos con grandes proyectos entre manos vuelven su mirada hacia las propias plataformas: Si estas no nos valen, ¿cómo es la plataforma que vamos a necesitar?

Como respuesta a esa pregunta comienzan a aparecer webs más especializadas como Spacehive, una web de crowdfunding para proyectos de mejora de vecindarios, Civic Sponsor, que se define como una plataforma de financiación para proyectos públicos, o Ioby, para proyectos dirigidos a la mejora del entorno local. Sin embargo, éstas aún se parecen muchísimo  al modelo de Kickstarter y no incorporan los aspectos específicos de escala, tiempos, gestión, comunidad, etc. que acabamos de comentar.

Una plataforma que quiera resolver esa complejidad tiene que plantearse cada proyecto como un todo interrelacionado con problemas más generales que el de su financiación, como los referentes a la participación, al contexto, al apoyo y coordinación de los agentes implicados, al proceso de trabajo en sí, a los posibles conflictos con los cauces oficiales del planeamiento (la convivencia de ciudadanos e instituciones que comentaba Bernardo), etc.

Los proyectos, en una plataforma así, deberán estar compenetrados con una comunidad, o ayudar a crearla, en lugar de quedar exclusivamente sujetos a las vicisitudes del marketing como sucede muchas veces en el crowdfunding, donde “gana” el que tiene el vídeo más llamativo, o más amigos, o el que mejor ha sabido contar su historia.

Y por si fueran pocos requerimientos, las plataformas digitales plantean dudas relacionadas con la brecha digital: ¿Cómo resolver la relación entre entre la comunidad local, del lugar, y la global, de las redes sociales? ¿Cómo hacer llegar este proceso y estas herramientas a la gente que no está en la red? ¿Cómo hacer transparente en el espacio físico lo que sucede en el digital, y viceversa?

¿Hay algún proyecto que esté abordando este desafío a día de hoy? Podemos encontrar varios, incluyendo los mencionados más arriba que están en constante evolución, aprendiendo de sí mismos. Uno de los que más claramente están abordando este proceso de diseño de nuevas plataformas es Brickstarter.

Hablábamos antes de Dan Hill y el concepto de materia oscura. Pues bien, este es sólo uno de los muchos aspectos que desde Brickstarter, del cual él forma parte, se están replanteando. Frente al enfoque más bien inmediato de proyectos como Spacehive, éstos han optado por abstraerse de lo que actualmente se entiende por plataforma de crowdfunding y tratar de dar forma a algo nuevo que integre los diferentes aspectos mencionados. Su blog es una inspiradora colección -de lectura recomendable- de profundas entrevistas y detallados análisis claramente dirigidos a extraer conocimiento del estudio de casos.

Para hacernos una idea rápida (aunque parcial) de por dónde van sus planteamientos, basta con que nos fijemos en uno de los bocetos preliminares que, en un buen ejercicio de transparencia, han publicado en el blog:

Brickstarter sketch

Esto ya no se parece tanto a Kickstarter, ¿verdad? Aparecen un buen montón de conceptos nuevos: escala, tiempos, valor, agentes de varios tipos (promotores, partidarios, patrocinadores), una clara diferencia entre el estado de financiación, de apoyos y de aprobación o permisos, un seguimiento de problemas, debates, algo que parece un feed local, etc. Este boceto tiene una profundidad de planteamientos y una complejidad detrás que ya parecen más acordes con el tema. Y sólo es un esbozo muy preliminar de una futurible plataforma online, que con toda seguridad es (o idealmente debería ser) sólo una parte del plan de trabajo de Brickstarter.

Para acabar este artículo dando pie a nuevas reflexiones os dejamos, como propuesta no cerrada, una serie de planteamientos que pensamos que deberían tratar de incorporar las plataformas de crowdfunding centradas en proyectos públicos y desarrollo urbano:

  • Mostrar todo el proceso y sus implicaciones, incluida la “materia oscura”.
  • Permitir empezar desde la pequeña escala, valorando el potencial de los dispositivos “low-” y el enfoque del urbanismo táctico para dar pie a proyectos mayores.
  • Aportar y visualizar un valor de retorno en cada paso del proceso, tras cada ciclo convocatoria-desarrollo-logro.
  • Cambiar el enfoque de la plataforma, desde una simple financiación colectiva hacia un “qué necesitamos para que esto suceda”, en el que se incluya la entrada de acciones y recursos distintos del simple aporte de dinero, como ya sucede en Goteo o en Civic Crowd.
  • Combinar el anterior con un enfoque de “gestión integral del proyecto”, del que la financiación colectiva (o mixta entre lo colectivo y lo institucional) sea sólo una parte.
  • Plantear esa plataforma como una base ligera sobre la que añadir diferentes “herramientas” de gestión, de forma que sea adaptable a proyectos más o menos complejos sin abrumar al usuario.
  • Asumir que la plataforma no lo es todo, y que hay toda una serie de canales, medios o espacios que tendrán que ser tenidos en cuenta y coordinados entre sí.
  • Aceptar que estamos al comienzo de un camino, un camino que se hará al andar.

 

Este artículo es fruto de una colaboración entre Andrés Walliser (@andreswalliser), desde Nueva York, y Jorge Toledo (@eldelacajita), desde Madrid, a través de Ecosistema Urbano (@ecosistema), para el blog de La Ciudad Viva.

Ver artículo original

P.D. de Jorge: Esta entrega sobre el tema iba a terminar aquí, pero en el momento de su publicación sucedió algo que bien merecía extenderse un poco más. Andrés y yo teníamos muchas ganas de escribir acerca de esto porque de alguna manera se percibe como un tema que “está en el aire”, que está en el aire con tal densidad que llega al “punto de condensación”. Y es que como los cazanieblas, parece ser que las redes en que nos movemos contribuyen a condensar las ideas y las hacen fluir hacia la corriente (en inglés, tal cual: stream) de la conversación colectiva. Tres días antes de la publicación original de este artículo, y con este todavía en sus huesos, Bernardo Gutiérrez publicó su artículo ¿Crowdfunding para ciudades?. Dos días después, la red seguía goteando: cuando me disponía a rematar y publicar el artículo, me llegó de pronto una inesperada invitación desde Think Commons a un hangout, una sesión de videochat online. Un timing de primera. Al entrar me encontré a Carlos Cámara, Ferrán Reyes y Domenico di Siena en pleno debate sobre… sí, este mismo tema. De modo que no he pude menos que incorporar este texto a la conversación, y viceversa.

Aquí tenéis un vídeo, fruto de ese momento de serendipia, que es casi la versión audiovisual de este artículo. Os lo recomiendo porque aborda algunos de los puntos clave comentados en este artículo, y unos cuantos más que no tienen desperdicio y que entrarán con seguridad en alguno próximo.

Hangout sobre co-financiación de las ciudades

Para los más impacientes: alrededor del minuto 19′, la conversación, inicialmente errática, enlaza de forma natural con el tema del crowdfunding, y hacia el minuto 37′ es cuando me incorporo y comenzamos a conectar con lo comentado en este artículo.

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Las 8 recetas del proyecto ESIMeC | Resultados URBACT

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Durante el presente año 2012 han finalizado varios proyectos del programa europeo URBACT, y nos ha parecido interesante reseñar aquí los resultados de uno de ellos, el proyecto ESIMeC, para mostrar algunas de las temáticas desarrolladas en este programa, junto con sus resultados.

El proyecto ESIMeC

ESIMeC

Con la gran mayoría de los europeos viviendo en ciudades de tamaño medio, éstas adquieren un papel clave en el desarrollo económico de Europa. Sin embargo, y con bastante frecuencia, se encuentran sumidas en una lucha por definir cuál debería ser su papel y qué posición deberían ocupar en el tejido económico europeo.

Además, las ciudades de tamaño medio tienden a ser afectadas de forma más adversa en tiempos de recesión económica ya que con frecuencia no tienen el mismo nivel de resiliencia económica y social que las grandes áreas metropolitanas. Por eso, posicionar a estos pueblos y ciudades medianas y asegurar su crecimiento económico siguen siendo algunos de los desafíos clave para los años venideros.

Mapa del proyecto ESIMeC

El proyecto ESIMeC conecta a ocho ciudades de tamaño medio de distintas partes de Europa que comparten desafíos y prioridades similares. Su objetivo principal es desarrollar estrategias económicas innovadoras que aprovechen los activos y las especificidades de estas ciudades, con el fin de asegurar que estén mejor equipadas para lidiar con las crisis económicas y de favorecer su resiliencia, su capacidad de recuperación económica y su crecimiento a largo plazo.

Ahora que el proyecto (en el que participaron las ciudades españolas de Albacete y Sabadell) ha llegado a su fin, es buen momento para compartir sus resultados, publicados en forma de “recetas” desde lo que han llamado la “cocina ESIMeC”. Estos informes, breves, legibles e interesantes sobre todo desde el punto de vista de la gestión y las políticas urbanas, incluyen claves y ejemplos de casos de éxito que pueden servir como referencia.

A continuación presentamos y enlazamos los distintos informes (en inglés).

1. Asociaciones de trabajo efectivas

Se centra en hacer efectiva la colaboración de trabajo a nivel local. En él se destacan los principales ingredientes y herramientas necesarios para establecer y facilitar las asociaciones que atienden y responden a las necesidades locales, con el fin de lograr resultados tangibles.

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2. Cooperación de triple hélice en el desarrollo laboral
Dedicada al papel de la cooperación de triple hélice para el desarrollo de la fuerza de trabajo o mano de obra. Se presentan los principales ingredientes y herramientas necesarios para una eficaz colaboración de trabajo por tres vías entre la universidad, el municipio y las empresas para garantizar un enfoque estratégico y coordinado en el desarrollo y puesta a disposición de habilidades a nivel local.

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3. El crecimiento sostenible y el “empleo verde”
Se ocupa de cómo las ciudades pueden aprovechar el potencial económico del cambio climático. Se centra más específicamente en las oportunidades de desarrollo personal que ofrece la economía verde. Se presentan los principales ingredientes y herramientas necesarios para elaborar una estrategia eficaz de empleo capaz de asegurar que las ciudades saquen el máximo provecho de dichas oportunidades.

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4. Preparar a los jóvenes para el mundo del trabajo
Se centra en cómo pueden las ciudades preparar a sus jóvenes locales para el mundo del trabajo, abordando la manera en que la educación puede contribuir a dotar a los jóvenes con las habilidades que necesitan los empleadores. Se presentan los principales ingredientes y herramientas necesarios para proporcionar a los jóvenes las habilidades, actitudes y atributos para desenvolverse en el mundo del trabajo.

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5. Destination Marketing – posicionar las ciudades de tamaño medio
Dedicada a la manera en que las ciudades de tamaño medio pueden mejorar su imagen y posicionamiento para contribuir al crecimiento económico sostenible. Se presentan los principales ingredientes y herramientas que estas ciudades necesitan para desarrollar un posicionamiento a largo plazo y una estrategia de branding.

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6. Crecimiento y empleo cultural y creativo
Se centra en cómo las ciudades medianas ciudades de tamaño pueden desarrollar un fuerte sector cultural y creativo para contribuir al crecimiento y el empleo locales, poniendo énfasis en qué pueden hacer las ciudades medianas para apoyar su talento creativo local. Se presentan los principales ingredientes y utensilios necesarios para que el sector creativo y cultural local, para prosperar.

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7. Enfoques integrados para la fuerza laboral y el desarrollo económico
Propone formas de romper los “silos” de políticas y de asegurar que la fuerza de trabajo y el desarrollo económico avancen juntos de una manera holística e integrada. Propone ingredientes y herramientas utilizables para compartir de una manera mas eficiente la inteligencia y la información con el fin de adaptar mejor la oferta y la demanda en el mercado laboral.

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8. Previsión de habilidades a nivel de ciudad

La octava “receta” se centra en la previsión de habilidades o capacidades y en qué pueden hacer las ciudades para anticiparse apoyando a las que los empleadores locales vayan a necesitar en el futuro. Muchas ciudades de la UE están experimentando una paradoja en su mercado de trabajo, con altas tasas de desempleo y a la vez brechas de talento y vacantes sin cubrir debido a desajustes en las destrezas profesionales. Tener la capacidad de predecir qué habilidades pueden ser necesarias en el futuro permitirá a las ciudades poner en marcha una oferta formativa dirigida a garantizar que las empresas tienen acceso a una mano de obra adecuadamente cualificada para sostener su crecimiento y desarrollo.

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En estos ocho documentos se resumen, si no todas las conclusiones que hayan podido generarse en el seno del proyecto, sí sus resultados más significativos. Independientemente de que aplicarlos en otras ciudades o contextos pueda ser más o menos sencillo o acertado, el contenido de estos documentos en su conjunto da una idea bastante aproximada del tipo de resultados que arrojan los proyectos URBACT, resultados que desde el programa europeo son difundidos y puestos a disposición del que quiera aprovecharlos.

Más información:

Página oficial: ESIMeC project page
Ciudades asociadas: ESIMeC Partners
Más resultados: ESIMeC outputs

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La cuarta dimensión

Category: ⚐ ES+arquitectura+LCV+tecnologías+urbanismo

Retomamos otro artículo publicado previamente en La Ciudad Viva que, al hilo del anterior, reflexiona sobre el concepto de vecindad en un mundo glocal, con una relación en tiempo real entre lo digital y lo presencial que forma lo que Domenico llama “la cuarta dimensión”.

Todos nos hemos pasado una noche entera en Facebook o en Twitter hablando con amigos y conocidos, muchas veces gente que vive a miles de kilómetros. Sabemos lo que pasa en China y hasta el detalle más nimio de la ceremonia de los Oscars. ¿Por qué no nos pasamos la noche charlando con nuestros vecinos? ¿Por qué mi identidad ya no tiene relación con el barrio en el que vivo, ni me entero ya de lo que ocurre en la calle de al lado? El progreso nos ha cambiado el barrio por la aldea global pero la llegada de Internet nos ofrece lo mejor de los dos mundos gracias a la cuarta dimensión.

yo cojo lo de los demás, los demás cogen lo mío

La palabra globalización es una farsa. No hay globalización, sólo hay virtualización. Lo que está siendo efectivamente globalizado es el tiempo. Ahora todo sucede dentro de la perspectiva del tiempo real: de hoy en adelante estamos pensados para vivir en un sistema de tiempo único.
[…]
Por primera vez la historia va a revelarse dentro de un sistema de tiempo único: el tiempo global. Hasta ahora la historia ha tenido lugar dentro de tiempos locales, estructuras locales, regiones y naciones. Pero ahora, en cierto modo, la globalización y la virtualización están inaugurando un tiempo universal que prefigura una nueva forma de tiranía.
[…]
De este modo vemos por un lado al tiempo real sustituyendo al espacio real. Por otro lado tenemos el tiempo global, perteneciente al multimedia, al ciberespacio, increíblemente dominando la estructura del tiempo local de nuestras ciudades, nuestras vecindades.

Paul Virilio planteaba en 1995 los efectos del progreso, concretamente del ciberespacio, en la sociedad. Reflexionaba sobre el concepto de tiempo real y tiempo único, entendiéndolo como la destrucción definitiva del espacio real. Debo decir que estoy fascinado con esta reflexión de Virilio, que se define a sí mismo como filósofo y urbanista autodidacta (¡Gracias Manon por descubrírmelo!).

No obstante, estoy totalmente en desacuerdo con él porque no tiene en cuenta algo que hoy se da por sentado: la hibridación físico-digital. Afortunadamente, hace ya años que se dejó de hablar de ciberespacio y se empezó a hablar de una sola realidad con diferentes facetas, entre ellas la digital y la presencial. Segundo, porque lo que dice Virilio se parece más a lo que han generado los medios de comunicación de masas y la primera etapa de Internet. En realidad, este momento es el comienzo de un proceso que va en sentido opuesto.

Cuando Virilio habla del concepto glocal da a entender que en esta nueva relación entre local y global, lo local sale perdiendo y, por consiguiente, aparecen ciudades sin interés, que dependen de lo que él denomina “tiempo global” o “tiempo único”. Me acuerdo ahora precisamente de Virilio porque expone el problema y el peligro y justo es hoy, en estos momentos, cuando se está produciendo un cambio histórico.

En una entrevista dice “si el tiempo es dinero, entonces la velocidad es poder”. Ahí ha dado en el clavo. Es más, añadiría que el poderoso es aquel que puede permitirse perder el tiempo.

Estoy convencido de que el “tiempo real” puede ser la herramienta más poderosa que los ciudadanos hayan tenido. Lo es por dos simples razones. La primera, porque les permite organizar, plantear, crear y formar parte de procesos distribuidos de creación, transformación y gestión urbana. Me refiero a procesos que sólo son posibles cuando el retorno de la información sobre los resultados de las acciones de cada uno permite reaccionar y redirigir el proceso hacia lo que desea cada individuo. La segunda razón es que el tiempo real es la base de lo que podríamos llamar ambient intelligence, un “lugar” en el que personas, proyectos y objetos que configuran un entorno pueden interactuar para fomentar la serendipia, el conocimiento y la creación colectiva.

Hablamos, claro está, de procesos claramente locales, horizontales y distribuidos. Procesos que devuelven a la ciudad su carácter de espacio de aprendizaje, como bien nos recuerdan Paco González y Enric Senabre.

La cuestión es, ¿cómo lo conseguimos?

Casi todos tenemos un smartphone, o por lo menos un ordenador con acceso a Internet. Estos dispositivos nos dan acceso a la cuarta dimensión (SentientID).

La cuarta dimensión nace cuando nos encontramos en un ambient intelligence. Se trata de la conexión definitiva entre el espacio, el tiempo y la capa de información. Virilio temía que esa capa de información se comería las demás de facetas de la realidad, sin embargo ese peligro ya no existe gracias a la hibridación.

El disponer de información en tiempo real de todo lo que nos rodea aumenta las posibilidades de crear espacios comunes de interacción. Internet nos permite relacionar la información digital de todos los agentes “sensibles” que configuran un mismo entorno físico y que podamos acceder a ella en tiempo real, por eso es en Internet donde se dan con más facilidad la construcción de este tipo de espacios.

Ahora tenemos la capacidad de trasladar todo ese potencial que se genera en Internet al espacio físico. Tenemos la capacidad de conocer los proyectos, las pasiones, las ideas y los deseos que laten en las calles y en los hogares de nuestro barrio. No se trata de conocer la vida íntima de cada vecino sino de tener una idea general sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, como cuando salimos a la calle un día soleado tras varios días de lluvia y notamos que todo el mundo parece feliz. Esta sensibilidad al entorno (ambient awareness, en inglés) es algo que está en peligro de extinción.

mi identidad la busco en los demas

Si nos paramos a pensar, sabemos qué ocurre al otro lado del Atlántico pero si alguien nos preguntara qué pasa en el barrio, posiblemente contestaríamos que en nuestro barrio nunca pasa nada.

El progreso nos ha quitado la ambient awareness y el progreso nos la devuelve a través del uso de dispositivos con acceso a Internet. La sensibilidad al entorno no puede existir si no disponemos de información en tiempo real y contextualizada. Mediante el intercambio de esta información recuperamos ambient awareness, la base para sobre la que construir ese lugar de creación que hemos llamado ambient intelligence.

Dicho de otra manera: la interacción que podemos tener con nuestros vecinos y la cantidad de información digital relacionada con nuestro entorno físico no pasa por un modelo automático que define a los ciudadanos como autómatas guiados por máquinas. Los dispositivos en este caso son un mero instrumento y nos sirven para seleccionar la información necesaria para crear ambient awareness y, cuando nosotros lo deseamos, dar un paso más y conectar con aquello que nos llama más la atención.

Peuplade, por ejemplo es una red social hiper-local nacida en París en 2003 y que ya funciona en 16 ciudades francesas. Conecta a los vecinos de calles y barrios y facilita que se organicen iniciativas como establecer turnos para acompañar a los niños al colegio, celebrar fiestas, etc. También permite crear bancos de tiempo e intercambiar objetos y servicios.

En la misma línea, Voisin-age permite a los vecinos de un barrio conocerse y organizarse para ayudar a personas mayores que viven solas.

Lo más interesante de Peuplade y de Voisin-age son los efectos indirectos: dan la oportunidad a la gente de conocerse y establecer relaciones. Es decir, crean ambient awareness y fomentan ambient intelligence, ingredientes indispensables para la solidaridad social.

También han surgido herramientas más flexibles y adaptadas a dispositivos móviles. Por ejemplo, Whatif (de Ecosistema Urbano) y Neighborland. Esta última conecta a personas con ideas afines, iniciativas y recursos. Permite evaluar qué quieren los residentes de las diferentes áreas y espacios públicos del barrio. Además, al poner sobre la mesa las demandas vecinales y demostrar que hay una base de clientes viables, promueve el espíritu empresarial en el barrio.

Son prototipos, pioneros en el acercamiento a la ambient intelligence y a la cuarta dimensión. Les falta mejorar en su conexión con lo más cercano y con el tiempo real.

la democratización de la tecnología

Las inquietudes de Paul Virilio derivan de un uso de la tecnología de la información que hasta hace muy poco nada tenía de horizontal ni de distribuido, incluso en Internet. Ahora que los ciudadanos tenemos las manos en la masa es imperativo que adquiramos la capacidad, sobre todo cultural, de entender la tecnología como un medio y que lo aprovechemos para experimentar nuevos modelos de relación con el entorno físico y las personas que nos rodean. Nos tenemos que adueñar de la tecnología, humanizarla y dejar de pensar en ella como una novedad.

Pensad en ello: la clave para una ciudad realmente atractiva es pasar del paradigma del consumo de espacios y experiencias a la creación de espacios y plataformas para el aprendizaje colectivo.

 

Artículo previamente publicado en La Ciudad Viva, desarrollado por Domenico Di Siena (@urbanohumano), con la colaboración de Manon Bublot (@heterotopie) y Marisa Rodríguez (@la_madalena) para Ecosistema Urbano (@ecosistema).

Imágenes por @lacasinegra, una selección a partir de la presentación: “40 frames de termitas, ¿existe un cine sin cine?”

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Conversaciones de ascensor en una ciudad sin intermedios

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Retomamos otro artículo publicado previamente en La Ciudad Viva que expone una visión personal, cotidiana y desenfadada sobre los no-lugares intermedios, los resquicios olvidados entre ciudad y vivienda.

 

Soy arquitecto —lo confieso—, pero como a tantas otras personas me ha tocado vivir en sitios creados, no según principios arquitectónicos, sino por requerimientos inmobiliarios, que por desgracia son muy diferentes. En cualquier caso, lo que hoy me gustaría contar es algo que he vivido como habitante, como usuario, como vecino, como visitante, en el día a día de mi ciudad, y con lo que cualquiera podría sentirse identificado.

¿Os habéis encontrado alguna vez con alguien en el ascensor? Seguro que sí. Aunque a veces me da la sensación de que los ascensores modernos están diseñados para evitarlo, muchas veces ocurre. Y seguro que os sonará esta conversación, palabra arriba, palabra abajo:

Conversación de ascensor

¿Os habéis preguntado alguna vez por qué somos tan escuetos en esos encuentros? Yo le he dado algunas vueltas —especialmente entre las plantas segunda y quinta—, y entre muchas posibles razones como podría ser sentir antipatía hacia ese vecino, ser tímido, no estar de humor, etc. he acabado descubriendo una muy sencilla: porque en un ascensor es prácticamente imposible mantener una conversación.

Lo he intentado varias veces, y siempre acabamos igual: uno de los dos interlocutores ya de pie en su pasillo, cargado con las bolsas de la compra, y el otro dentro del ascensor, con el dedo puesto en el botón que impide que las puertas se cierren y corten alguna frase en dos como una guillotina; ambos intentando alargar un momento fugaz de encuentro. Se me ocurren muchas situaciones en las que me apetecería conversar, pero casi todas tienen una luz más bonita, un espacio más acogedor, una postura más cómoda y algo más de tiempo por delante.

Como consecuencia inevitable de esta dificultad, llegamos a evitar encontrarnos con otra gente en el ascensor, condenados a una presencia y un silencio forzados. La mayoría de las veces sólo los niños, directos a lo que les interesa sin convenciones y cortesías de por medio, son capaces de comenzar y acabar una micro-conversación de ascensor, con una observación o una pregunta directa, y aún así tampoco es un lugar en el que quieran estar.

¡Que alguien diga algo! - Silencios incómodos de ascensor

Basta un breve paseo por redes sociales como Facebook para ver el sintomático —e hilarante— imaginario colectivo que hay alrededor de todo esto:

Mirar los botones del ascensor cuando subo con alguien desconocido
Rogarle al ascensor que cierre sus puertas antes de que llegue la vecina
No sé qué hacer cuando subo o bajo en ascensor con un desconocido

Yo también cuando estoy en un ascensor y sube gente me quedo mirando el piso
Por esos momentos de silencio en el ascensor con los vecinos

Y es que un ascensor es uno de los no-lugares más conseguidos que existen. Es casi imposible lugarizarlo, hasta el punto de llegar a convertirse por ello en un reto, objeto de las fantasías más íntimas. El tiempo compartido en ese reducido espacio es mínimo, apenas da para cruzar tres o cuatro frases. La presencia física es forzosamente cercana, nada natural. Incluso la orientación espacial se anula, dificultando la percepción de la velocidad, la dirección, la ubicación y la orientación. Recuerdo lo incomprensible que le parecía a mi abuelo que la casa de mis tíos diera a la misma calle por la que él había entrado. El ascensor le convertía el edificio en un auténtico Escher.

Pues bien, gran parte de lo dicho sobre los ascensores también se podría decir del resto de espacios comunes en la mayoría de los vecindarios urbanos que conozco. Entre la vastedad impersonal de la ciudad y la intimidad de la vivienda faltan espacios de relación intermedios que pudieran ser casi tan variados como la primera y casi tan cómodos como la segunda. Todo lo que hay es un sistema de espacios dedicados al transporte y la clasificación alfanumérica de personas y objetos, sin ninguna otra función posible. En ese aspecto, el recorrido de acceso desde la calle a un apartamento no se diferencia en nada de, digamos, los túneles de la M-30, y las políticas de desarrollo urbano actuales nos están llevando cada vez más a la ciudad de paso, la ciudad archivador, la ciudad ascensor: una ciudad sin resquicios donde la vida social pueda ocurrir.

Esquema típico de acceso a un edificio de viviendas

Cuando alguien a mi lado saca a colación el clásico debate sobre si la arquitectura puede o no mejorar la sociedad y la vida de las personas, suele venirme a la cabeza todo esto: parece que, por lo menos, puede empeorarla. Eliminando espacios de actividad, limitando las oportunidades de encuentro, clasificando actividades en compartimentos estancos y excluyendo el lado social de las personas.

A veces, al hablar de estos temas, algunos me han planteado ciertas dudas dignas de atención: ¿Y si la arquitectura y el urbanismo “inmobiliarizados”, hechos por pura ley de mercado, responden realmente a una demanda? Si se hacen de esa manera, ¿será por alguna otra razón más allá de optimizar el espacio para aumentar el rendimiento económico? ¿Y si resulta que la gente quiere vivir así? Llegar a su casa por un pasadizo secreto, reducir al máximo el camino desde el coche hasta el recibidor, no ver ni oír jamás al vecino, ocultar todas sus actividades al resto…

Hay al menos dos cosas que me hacen pensar que no es así, al menos no como para justificar la forma tan masiva en que se han extendido los edificios-archivador:

Por un lado —y esto daría para un artículo aparte— hay que tener en cuenta que la calidad de la arquitectura y el urbanismo no se puede relacionar tan directamente con la respuesta del mercado. La arquitectura no es un bien de consumo opcional —si no te gusta o no te lo puedes permitir, no lo compras— sino que responde a varias motivaciones que podríamos situar a distintos niveles de profundidad en modelos como la pirámide de Maslow. La necesidad, incondicional y previa a muchas otras, de tener una vivienda influye mucho más que otros factores como el precio o la calidad, así que el hecho de que la gente las acepte tal y como se diseñan y construyen hoy día no es un indicador nada fiable de su calidad.

Por otro lado, tampoco me creo que la gente quiera vivir así, al menos no exclusivamente y por “imperativo arquitectónico”. En nuestra vida diaria podemos observar que vivimos en un pulso perpetuo entre las necesidades de intimidad y reconocimiento, de retiro y convivencia, de autonomía y relación, y otras muchas. Un pulso que si se desequilibra, puede provocar anomalías de comportamiento. Por ejemplo, la curiosidad hacia la vida de los demás es algo que está en la naturaleza humana, nos permite identificarnos con otros, establecer lazos, aprender conductas y transmitir conocimientos, en definitiva formar una sociedad y una cultura con los demás. Todos somos un poco voyeurs —de ahí el éxito de la prensa rosa—, y si se nos permite serlo de forma natural, rara vez llegaremos a rozar lo enfermizo. De la misma manera, todos somos también un poco exhibicionistas, un poco juerguistas, un poco entrometidos… en suma y por así decirlo, bastante gregarios.

No podemos evitarlo. Conquistamos nuestros pasillos con alfombrillas de diseños varios, colgamos elementos decorativos en las puertas, colocamos plantas que luego cuidamos con esmero, e incluso sacamos pequeños muebles auxiliares, fragmentos domésticos que pugnan por salir al espacio común y acaban casi siempre convirtiéndose en la única señal de vida humana entre el número del portal y la letra de la puerta.

Welcome, pero...

Otro pequeño ejemplo: En el edificio donde vivo, como en muchos otros, las plazas de garaje tienen trasteros detrás. Todos sabemos cómo es un garaje subterráneo comunitario: es un espacio oscuro, crudo, frío, absolutamente inhóspito. Otro no-lugar de manual, en el que parece que nada bueno podría suceder. Pero sucede. Una tarde, estando en mi trastero —acondicionado como taller casero de bicicletas, chapuzas caseras y maquetas—, oigo el sonido de una radio, y al asomarme al garaje me encuentro que hay dos trasteros más abiertos, arrojando franjas de luz cálida sobre los coches. En cada uno se adivina un pequeño paraíso personal de bricoleur, o de coleccionista, o de aficionado al modelismo. De uno de ellos sale el sonido de la radio, del otro, el de una sierra de calar. Un vecino sale y entra llevando piezas de madera que va cortando. Al rato, el otro aparece en la puerta preguntando por ciertos tornillos que le faltan. Y cuando nos damos cuenta, nos encontramos sumidos en la magia social que nace de las actividades, los intereses y los espacios compartidos.

¿Por qué no hay un lugar para todo eso en nuestras ciudades y edificios? ¿Y qué lugar sería ese?

Esa pregunta tendríamos que respondérnosla todos, arquitectos o no. Para mí, sería un lugar intermedio, un resquicio habitable entre lo privado de la vivienda y lo público de la calle. Un lugar donde pudiéramos sacar aquello que quisiéramos exhibir, o realizar las actividades en las que no nos importara ser observados y encontrarnos voluntariamente con otros… o no. Si lográramos salvar los primeros miedos y prejuicios que tenemos tras largos años de vecindad constreñida, parca y enrarecida, si pudiéramos salir del círculo vicioso de desconocimiento y recelo, si nos reeducáramos poco a poco en nuevas maneras de respetar y aprovechar lo colectivo…

… ¿qué podría pasar si parte del espacio de cada propietario estuviera en el espacio común, y tuviera derecho a personalizarlo y ocuparlo? ¿Si en cada acceso o planta hubiera espacio, ventilación, buena temperatura y luz? ¿Qué podría suceder si los ascensores fueran transparentes, y permitieran ver esos espacios comunes previos a cada vivienda? ¿Y si incluyeran pantallas, tablones de anuncios, o pequeñas bibliotecas? ¿O si tuvieran un control manual de velocidad, pudiendo pararse a cualquier altura y volver atrás? ¿Qué podría ocurrir si los trasteros-talleres dieran a esos espacios, o al patio común, o a la piscina?

A la vez, añadiendo una dimensión más contemporánea, podríamos hablar de la creación de otro lugar intermedio entre lo privado de nuestro ordenador o nuestro móvil, y lo público de Internet. Otra nueva clase de espacio compartido que funcionaría en paralelo —pero siempre en relación cercana— con el espacio físico y en el que, salvando incluso las actuales barreras arquitectónicas en las que nos hemos encerrado, el concepto de vecindad pudiera comenzar a revivir y florecer… Pero eso mejor lo dejamos para otro artículo.

 

Texto e ilustraciones por Jorge Toledo (@eldelacajita) para Ecosistema Urbano (@ecosistema). Publicado previamente en La Ciudad Viva (@ecosistema).

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