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#UrbanThinkers: Campus de Pensamiento Urbano en ESNE

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Los próximos 26 y 27 de octubre (miércoles y jueves de esta semana) se celebrará en la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología (ESNE) el Campus de Pensamiento Urbano #UrbanThinkers. Tras el plenario de apertura, desde Ecosistema Urbano tendremos el placer de abrir la primera jornada con la charla “La ciudad no son los edificios”, sobre la importancia del aspecto social en el desarrollo urbano y las diferentes formas de entender la participación.

El interesante programa que seguirá a continuación, con sesiones de pensamiento urbano, laboratorios y grupos de debate, promete ser una gran ocasión para crear debate y construir consensos entre los cada vez más diversos agentes que se ocupan de abordar los desafíos de la urbanización y proponer soluciones al futuro urbano.

El modelo de Campus de Pensamiento Urbano (en inglés, Urban Thinkers Campus) es una iniciativa de ONU-Hábitat concebida como un espacio abierto para el intercambio crítico entre investigadores urbanos, profesionales y responsables de decisiones para la mejora de nuestras ciudades. Estas jornadas combinan diferentes formatos de debate y reflexión en torno a cuatro áreas temáticas: el empoderamiento ciudadano, la innovación en movilidad, el diseño de la regeneración urbana, y lo relacionado con big data y smart city.

Más información, programa, contenido de las sesiones e inscripciones

Fecha: 25-27 de octubre de 2017
Horario: de 9 h a 17,30 h.
Lugar: Campus de ESNE. Avenida de Alfonso XIII, 27 28016 Madrid.
Contacto: +34 915 55 25 28 uthcampus@esne.es

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Cuatro (y más) miradas al patrimonio desde la co-gestión

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Plaza pública en Projet Darwin, un complejo industrial rehabilitado – Fuente: Projet Darwin, © David Manaud

“La mejor manera de proteger el patrimonio es habitarlo”. Esta frase, escuchada durante la segunda jornada #CityFollowers en la Universidad Camilo José Cela el pasado 28 de marzo, sintetiza muy bien el enfoque de partida de un debate intenso sobre el patrimonio arquitectónico y urbano y su preservación.

La pronunciaba Paula Guillén, que acudía en calidad de vecina a hablar del Espacio Vecinal de Arganzuela (EVA), pero seguramente podría haber venido de cualquiera de los otros cuatro ponentes: Ángel Lomas también del EVA, Kike España de La Casa Invisible, Casilda Cabrerizo de Intermediae y Raphäel Besson de Villes Innovations.

Si hubiera que buscar un aspecto común en las intervenciones de los invitados y el público, sería esa noción de que el patrimonio cobra sentido cuando está lleno de vida, de actividad, y conectado con el contexto. También de que el cuidado y desarrollo del patrimonio está íntimamente relacionado con los usos que se le dan, o las actividades y personas que acoge. Como expresaban desde La Casa Invisible citando un proverbio, “nosotros hacemos la casa, y la casa nos hace a nosotros”.

Vecinos de Arganzuela, dando vida al Mercado de Legazpi

Vecinos de Arganzuela, dando vida al Mercado de Legazpi – Fuente: CC BY-NC-SA EVA Arganzuela

Los espacios patrimoniales, comentaba Raphäel Besson, pueden ser no sólo lugares a preservar sino también recursos vivos y actores del desarrollo local, siempre en evolución con su entorno. En su presentación compartía varios casos europeos, como Projet Darwin, donde esto se está intentando a través de la co-gestión y la innovación abierta,.

Preservar, matizaba Kike España, que no conservar. Lo primero nos invita a buscar nuevas posibilidades desde un respeto por las cosas (espacios, edificios…) que nos han conformado como sociedad. Lo segundo, en cambio, supone congelarlos y aislarlos en el tiempo y el espacio, bloqueando precisamente las dos nociones que definen el concepto de patrimonio.

¿Qué patrimonio?

Sin ánimo de entrar a definir aquí qué es el patrimonio, sí merece la pena repasar algunas de las acepciones que surgieron durante las jornadas.

Algunas de las acepciones habituales del término están en gran medida ligadas a la posesión y la acumulación de la propiedad, como explica su origen etimológico y bien recordaba Kike España. Pero los conceptos actuales de patrimonio cultural, histórico y/o arquitectónico, apuntaba una de las asistentes, tienen poco recorrido histórico. Antes la gente vivía “con el pasado incorporado en el presente y proyectado hacia el futuro”, sin hacer tanto esfuerzo consciente por distinguir o elegir los valores a mantener.

El patrimonio como bien común, y el espacio público como patrimonio. Paisaje Tetuán, Intermediae – Fuente: CC BY-NC-SA Intermediae

Como también apuntaba Casilda Cabrerizo, la definición de “valor patrimonial” se apoya en la diferenciación o elevación de algo sobre el resto, como una “reserva” selecta que da a entender, implícitamente, que todo lo demás es prescindible. Su propuesta desde Intermediae: dejar de aplicar el concepto solamente a lo excepcional, y extenderlo a todas esas otras construcciones o paisajes urbanos en los que sus habitantes reconozcan algún tipo de valor a mantener y cuidar. Buscar un concepto de patrimonio más amplio y cercano al de bien común.

Patrimonio, ¿para quién?

De lo anterior se desprende otro de los principales temas de debate: Se trata de preservar el patrimonio dándole vida, pero, ¿quién define qué es lo que se preserva y lo que no? ¿Quién está capacitado y autorizado para hacerlo? Si bien esto suele estar en manos de las instituciones (o de algunos técnicos dentro de ellas, como apuntaba Ángel Lomas), en la conversación se cuestionaba si tenía que ser siempre así. ¿Es lo mismo que el reconocimiento sea institucional, privado o comunitario? ¿Puede llamarse “bien común” a un bien cuyo valor ha sido definido por un solo agente? Varios de los ponentes coincidían en que no.

¿Es posible que esa puesta en valor del patrimonio provenga de una ciudadanía informada y conocedora de su entorno? Desde EVA proponen que sí, poniendo a trabajar a expertos y vecinos para mostrar que el Mercado de Legazpi tiene un alto nivel patrimonial pese a que el ayuntamiento le asigna un nivel de protección bajo. En La Casa Invisible, por su lado, llevan ya diez años demostrándolo con su detallada documentación del edificio que ocupan, y con el cuidado que muestran en su rehabilitación.

Planta de tipos de pavimento de La Casa Invisible

Capturas del proyecto básico de rehabilitación de La Casa Invisible

Capturas del proyecto básico de rehabilitación de La Casa Invisible, con un cuidado catálogo de elementos de valor patrimonial. Fuente: La Casa Invisible en Archive.org.

¿Puede el carácter patrimonial ser cuestionado? En este punto no podía dejar de salir a debate la Casa Guzmán de Alejandro de la Sota, derribada por el propietario pese a su gran valor arquitectónico. Si incluso el artículo 128.1 de la Constitución subordina toda la riqueza del país al interés general, ¿cómo puede el derecho a la propiedad privada imponerse a éste? La dificultad parece estar en definir qué es el interés general, quién lo define, y cómo se cuida. Kike proponía que el reto es precisamente contestar a esas preguntas en común, y no desde un solo ámbito o agente por representativo que éste sea. No es una cuestión, decía, puramente técnica, sino de democracia.

Legalidad y sostenibilidad

Tanto en La Invisible como en EVA se puede reconocer la lucha de los movimientos ciudadanos por equilibrar un proyecto creativo, horizontal y autogestionado con la estructuración y burocratización que la relación con las administraciones requiere.

Ángel y Paula se preguntaban si la administración, incluso en su afán (reciente, al menos en Madrid) de apoyar la existencia de espacios colectivos o ciudadanos, en realidad no está matando la capacidad innovadora, creativa y espontánea de esos espacios, al requerirles entrar en un proceso de regulación.

Una posible respuesta de las instituciones a esa inquietud se puede ver en cómo en Intermediae buscan formas de “dejar hacer” desde la institución. En muchos casos, según Casilda, haciendo gala de una auténtica “creatividad burocrática” para tratar de garantizar unos niveles aceptables de seguridad y responsabilidad, y buscar un modelo de gestión claro y coherente con cada iniciativa.

Y al reto de lo legal le sigue de cerca el de lo económico: ¿cómo garantizar la sostenibilidad de esos espacios patrimoniales reactivados? Lo habitual es que sea la administración o la inversión privada las que se ocupen de ello. Sin embargo, ¿puede la iniciativa privada financiar un bien patrimonial, entendido incluso como un bien común, sin depredarlo y corromperlo? Varios de los participantes expresaban serias dudas. En España, la financiación pública funcionaría como solución intermedia entre la agresividad del capital privado y las transformadora pero aún limitada economía de los movimientos sociales.

La iniciativa privada como motor de revitalización y fuente de sostenibilidad – Fuente: Projet Darwin, © David Sánchez

¿Y en el resto de Europa? Los proyectos explicados por Raphäel Besson en la jornada apuntan a modelos de co-gestión e innovación abierta en los que lo empresarial garantiza la sostenibilidad económica del proyecto y a la vez permite dar soporte económico a proyectos comunitarios. ¿Pueden casos como el Projet Darwin de Burdeos traer alguna esperanza en esa línea? Hasta cierto punto, quizás, y es una vía que merece ser explorada.

Público, privado, común

Hablar de modelos de gestión del patrimonio llevó a los asistentes, inevitablemente y desde el comienzo, a hablar de lo público, lo privado y lo común. Tres ámbitos que, como cuestionaba uno de los participantes, se viven en España como una confrontación, y que dieron para un debate tan intenso que alguien tuvo que sugerir que se dejaran de clasificar esas palabras “como buenas y malas” para centrar el debate en los modelos interesantes detrás de esas palabras.

Si, como apuntaba Miguel Ángel Díaz, incluso los “templos de la ciudadanía” de los que hablaba Jane Jacobs son en muchos casos espacios privados, ¿cómo negar la necesaria relación entre esos tres ámbitos a la hora de activar el patrimonio? ¿Y si hacer visible el conflicto entre ellos no fuera solamente inevitable, sino además necesario? ¿Y si, en ese contexto de confluencia de movimientos y agentes, tomáramos como natural y deseable mantener espacios de conflicto social?

Reunión en el Espacio Vecinal de Arganzuela – Fuente: CC BY-NC-SA EVA Arganzuela

Es ahí donde las tres iniciativas españolas que se presentaron en la jornada coincidieron en algo: no se trata de negar el modelo institucional o el privado-comercial de revitalización del patrimonio, sino de asegurarse de que haya lugar para otro tipo de enfoques, otras formas de hacer.  Una reivindicación que llamó la atención de Raphäel ya que, en su experiencia, en Europa el debate en torno al patrimonio parece más centrado en lo cultural, lo económico y las formas de gestión, que en la democracia, de derecho a la ciudad o los bienes comunes. ¿Síntoma de que la jornada estaba conectando con una vena transformadora?

A continuación os dejamos el vídeo íntegro de la sesión, porque merece la pena escuchar estas cuestiones, con todos sus matices, directamente de los asistentes:

Ver el vídeo completo de la segunda jornada #cityFollowers

Si te ha interesado el debate, te invitamos a participar en las próximas jornadas de debate #CityFollowers, el 27 de junio. Como siempre, la calidad del debate que se forme en torno a las ponencias dependerá de la diversidad de participantes. ¡Te esperamos!

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Cityfollowers Talks: Jornadas de Innovación y Gestión Urbana #2

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El próximo martes 28 de marzo a las 18:30h tendrá lugar la segunda sesión-encuentro de las Jornadas de Innovación y Gestión Urbana como parte del ciclo #Cityfollowers Talks de la UCJC. continue reading

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Cityfollowers Talks: Jornadas de Innovación y Gestión Urbana #1

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#Cityfollowers Talks: Jornadas de Innovación y Gestión Urbana #1 - innovación y espacios para hacer ciudad

El próximo martes 24 de enero a las 18:30h tendrá lugar la primera sesión-encuentro de las Jornadas de Innovación y Gestión Urbana como parte del ciclo Cityfollowers Talks de la UCJC.

¿Qué es #Cityfollowers?

La Escuela de Arquitectura y Tecnología de la UCJC está en pleno proceso de transformación, buscando un acercamiento holístico y complejo a la ciudad y preparándose para formar a los nuevos actores que son cada día más necesarios para su desarrollo. El concepto-etiqueta #Cityfollowers aglutina toda la reflexión y comunicación de la escuela en torno a esa búsqueda.

Así, en el contexto de la puesta en marcha de nuevas líneas formativas como el grado en Diseño y Gestión Urbana y el máster en Movilidad Urbana, Tecnología y Eco-Transporte, la UCJC pone en marcha unas jornadas formadas por cuatro foros de encuentro y debate, a través de los cuales busca acercarse a algunas de las temáticas más relevantes y a las personas interesadas en ellas.

Cityfollowers Talks: jornadas de innovación y gestión urbana

Estas jornadas buscan generar un debate local y en red sobre algunos de los ámbitos en los que la complejidad de la ciudad se hace especialmente visible: desde el impulso de la innovación a través de espacios de experimentación urbana hasta los “para qués” de la tecnología aplicada a la ciudad, pasando por la gestión de los procesos de renovación del patrimonio y los cambiantes modelos de movilidad.

#1 Innovación: espacios para hacer ciudad – 24 de enero

#2 Patrimonio: co-gestión y revitalización – 28 de marzo

#3 Movilidad: acceder, conectar y compartir – 30 de mayo

#4 Tecnología: smart… ¿qué? – 27 de junio

A través de estos foros de debate se busca también un contacto directo con profesionales, docentes, estudiantes y otras personas que desde distintos ámbitos están contribuyendo con su conocimiento y experiencia a ampliar la mirada sobre la ciudad. Buscamos establecer un diálogo cercano en el que la Universidad y su entorno puedan ir construyendo una red de colaboración y generando capacidades, nuevos agentes, enfoques y proyectos capaces de actuar en el cambiante entorno urbano.

#Cityfollowers Talks: Jornadas de Innovación y Gestión Urbana #1 - innovación y espacios para hacer ciudad

Jornada #1 – Innovación: espacios para hacer ciudad

El desarrollo urbano es un proceso de evolución continua, en el cual la búsqueda de la sostenibilidad, la revisión crítica y la innovación son claves. ¿Cómo podemos hacer que las capacidades y posibilidades del entorno institucional, el ámbito empresarial y el quehacer ciudadano funcionen juntas, aportando lo mejor de cada una?

La primera sesión busca acercarse a algunas experiencias que abordan la gestión continua del desarrollo urbano desde la colaboración entre diversos actores y la creación de experiencias transformadoras: urban centres, mesas de encuentro, laboratorios urbanos, oficinas de barrio, espacios de innovación ciudadana…

Este encuentro, como los siguientes, estará presentado por Miguel Ángel Díaz Camacho, actual director de la Escuela de Arquitectura y Tecnología de la UCJC, y moderado por Jorge Toledo, de Ecosistema Urbano.

Con el doble objetivo de tener una aproximación al tema a varias voces y empezar a crear una red en torno a la docencia, se ha invitado a personas que con su trabajo y reflexión se han aproximado de diferentes maneras a los “laboratorios urbanos” o a enfoques similares.

Experiencias desde Madrid:

Las Mesas de Citykitchen (Aurora Adalid, Zuloark)
Experimenta Distrito + Medialab (Marcos García y Lorena Ruiz, Medialab)
Marinalab (Mauro Gil-Fournier, de VIC y EstudioSIC)

Experiencias desde otras ciudades:

Open Urban Lab de Zaragoza (Ana Jiménez)
Civic Factory Fest de Valencia (varios, Civic Wise)
Laboratorio para la Ciudad de México (Gabriella Gómez-Mont)
Urban Center de Bolonia (Giovanni Ginocchini)

La primera parte del encuentro consistirá en una serie de breves presentaciones que nos permitirán situar cada una de estas iniciativas dentro (o fuera) del amplio y difuso campo semántico de los “labs urbanos”. La segunda parte estará dedicada enteramente al debate, en el que participarán también otros invitados, como Andrés Walliser, Juan Freire o Jorge Arévalo, que también llevan un tiempo reflexionando sobre el tema.

Día: Martes 24 de enero
Hora: 18:30 a 20:30h
Lugar: Campus Almagro UCJC, c/Almagro, 5, Madrid – ver mapa

Streaming en directo: www.periscope.tv/_city_followers

Hashtag: #cityfollowers
Twitter: @_city_followers
Instagram: @city_followers

Más información sobre la escuela:
918 153 131, ext 16370
arquitectura@ucjc.edu
arquitectura.ucjc.edu

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La Ciudad Participada | Jornadas del 21 al 23 de octubre en Alicante

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Jornadas "La Ciudad Participada" - Reflexiones sobre participación ciudadana y urbanismo de código abierto 

Los próximos días 21, 22 y 23 de octubre tendrán lugar en Alicante las jornadas “La Ciudad Participada” formativas sobre gestión participativa en las que se revisarán temas como el trabajo en red, las políticas de participación ciudadana, los modelos productivos, la ciudad y el espacio común, el arte y las intervenciones urbanas.

El objetivo de estas jornadas, organizadas por el colectivo Continentes Sin Contenido, es analizar experiencias reales sobre modelos de gestión participativa que se han llevado a cabo en distintos proyectos relacionados con la gobernanza, la ciudad y la organización social. Se pretende investigar nuevas herramientas para aprender a gestionar los procesos de participación ciudadana y experimentar metodologías participativas a través de talleres centrados en temáticas concretas.

Desde Ecosistema Urbano estamos encantados de formar parte, a través de nuestro compañero Jorge Toledo, del interesante panel de ponentes que abordarán las siguientes temáticas:

Trabajo en red: nuevas formas de organización social

monoDestudio + Kaitos Games

Políticas de participación: política y transparencia

Adolfo Chautón + Raons Públiques

Modelos productivos: nuevas formas de organización empresarial

Fundación de los Comunes + Katakrak

Ciudad y espacio común: urbanismo participativo

Paisaje Transversal + CivicWise + Ecosistema Urbano

Arte e intervenciones urbanas: intervención artística y espacio público

Basurama + Antonio Ruiz Montesinos

Las jornadas van destinadas a todas aquellas personas interesadas en aprender la manera de integrar a la ciudadanía en la toma de decisiones, y en la gestión del espacio común, especialmente a personas que trabajen en la Administración Pública, áreas de Participación Ciudadana, Acción Social, Urbanismo y Arquitectura, personas que se integran dentro de algún colectivo, asociación o plataforma, o estudiantes de Arquitectura, Geografía, Sociología, Economía, etc.

La asistencia es gratuita, previa inscripción online:

¡Inscríbete ya!

Ubicación en Alicante:

Auditorio de Porta Ferrisa (Calle Jorge Juan, 21)
Auditorio del MACA (Museo de Arte Contemporáneo) (Plaza Sta. María, 3)
Sala de Exposiciones del parque de La Ereta

Más información:

Programa (PDF)

Presentación de las ponencias (PDF)

Sobre las jornadas, en Continentes Sin Contenido

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Conferencia “Ciudad open source” | Ecosistema Urbano y Zuloark en Valencia

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Ilustración por Jonathan Reyes y Mar Albiol de Carpe Via

Ilustración por Jonathan Reyes y Mar Albiol de Carpe Via

Este jueves 20 de febrero Ecosistema Urbano estará junto a Zuloark en el Aula Magna de la ETSA de Valencia para contar, respectivamente, dos proyectos que abordan prácticamente el mismo asunto desde perspectivas, contextos, medios y formas de trabajar bastante diferentes: dreamhamar y El Campo de Cebada.

Como nos comentaban desde el colectivo Carpe Via, que colabora en su organización, esta jornada se debatirá en torno al inspirador aunque todavía poco definido concepto de urbanismo open source, así como sobre el nuevo papel del arquitecto en los procesos de creación y transformación colectiva que están adquiriendo cada vez mayor importancia. Se planteará el necesario cambio de actitud desde la arquitectura para abordar este tipo de procesos, y su profesionalización e incorporación a la figura tradicional del arquitecto  o urbanista.

Estamos deseando unirnos al prometedor debate con nuestras propias experiencias y reflexiones.

El evento se podrá seguir en streaming desde www.upv.es/endirecto/arq

Fecha y hora: 20/02/2014 | 12.30 h
Lugar: Aula Magna | ETSA – UPV
Convocatoria: cultura.arq.upv.es

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#smartcitizensCC, inteligencia ciudadana y cultura abierta | Liberando una exposición

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Imagen via Paisaje Transversal

Imagen via Paisaje Transversal

De la exposición Smartcitizens…

El pasado abril se inauguraba la muestra interactiva Smartcitizens, comisariada por Paisaje Transversal, que puede visitarse hasta el 3 de noviembre en el Centro Centro Cibeles de Cultura y Ciudadanía de Madrid. La exposición, frente a la extendida concepción de las smart cities como ciudades tecnificadas y automatizadas, presenta cincuenta y tres proyectos que hablan de la smart city o ciudad inteligente como aquella que favorece la activación y conexión en red de sus ciudadanos, animándoles a convertirse en smart citizens y tomar parte activa de la ciudad.

Un enfoque con el que en Ecosistema Urbano nos sentimos completamente identificados, y en mi opinión también tiene sentido a otras escalas como la edificación, donde lo smart, de la mano de la domótica, también es tendencia. ¿Queremos objetos/edificios/ciudades inteligentes que con su automatización desconecten al habitante de sus principios de funcionamiento, o habitantes inteligentes capaces de operar sistemas accesibles, sensibles y transparentes?

La exposición  gira en torno a las siguientes premisas: ¿Qué es la inteligencia ciudadana?¿Qué es una práctica ciudadana inteligente? Asociada a estas preguntas se establecen varias estrategias expositivas como una campaña en Twitter, elaboración de cartografías o dinamización a través de talleres. Este proyecto se completa con una serie de herramientas elaboradas por el Centro Nacional de Tecnologías para la Accesibilidad (CENTAC), que están trabajando en una aplicación para dispositivos móviles que se convertirá en un auténtico observatorio ciudadano de prácticas urbanas. Por otro lado, el colectivo de artistas visuales lacasinegra desarrollará su particular visión smart a través de obras en vídeo y fotografías.

[..] Al situar al ciudadano en el centro de la exposición, el visitante entenderá su condición inherente de smartcitizen por pertenecer a la sociedad de la información y habitar en una ciudad como Madrid en la que las TIC y el flujo de datos están continuamente presentes, permitiendo conectar a los ciudadanos, compartir información y generar red.

Entre los proyectos incluidos está Whatif, una herramienta digital (online y móvil) abierta cuyo desarrollo venimos coordinando e impulsando desde Ecosistema Urbano durante los últimos tres años, y que fue concebida para complementar procesos de participación ciudadana y creatividad colectiva, ayudando a recoger y visualizar aportaciones de diversos tipos.

Podéis leer más sobre Smartcitizens en el post Exposición sobre la inteligencia ciudadana en el CentroCentro y por supuesto, ¡visitarla!

… a la experiencia abierta #SmartCitizensCC

Más allá de la parte expositiva, Smartcitizens se plantea como una herramienta de comunicación y como un catalizador de conexiones. Para ello, llevando la idea de apertura, remezcla, conocimiento abierto y reapropiación local al propio formato comunicativo, Paisaje Transversal, en colaboración con Bernardo Gutiérrez, decidió liberar los contenidos de la exposición para que ésta pudiera ser copiada, adaptada, ampliada y reconstruida en otros lugares por cualquier persona. La exposición —material, vídeos, tríptico, galería de imágenes — está a disposición con licencias libres en un microsite: smartcitizens.paisajetransversal.com

#SmartcitizensCC - Exposición abierta, clic para ir a la página

#SmartcitizensCC – Exposición abierta, clic para ir a la página

Como escribía Bernardo Gutiérrez en el post #SmartCitizensCC: Inteligencia colectiva para reinventar la sociedad, este proceso de apertura y reformulación de la exposición tiene varios desafíos.

El primer desafío de cualquier exposición en la era red es convertirse en un proceso. Por todo ello, para ir más allá de una exposición, estamos creando perfiles en redes sociales que no serán apenas para hablar de la exposición, sino para conversar, intercambiar métodos, procesos, agenda. Serán perfiles de lo común, en el que la interacción prevalecerá sobre la difusión.
El segundo desafío de una exposición es transformase en una muestra expandida. El espacio expositivo se queda pequeño, limita el contenido de la misma. Distribuir el contenido expositivo por el barrio, ciudad y mundo sigue siendo un reto. El primer paso, pues, es liberar el contenido de Smartcitizens, que ya es una muestra libre, con licencia copyleft. El Do It Your Self (DIY, hazlo tú mismo) o Do It With Others (DIWO, hazlo con otros) pasarán a ser el sistema nervioso de lo que ocurra a partir de ahora con #SmartCitizensCC. Cualquier persona podrá replicar la muestra o parte de ella. Cualquiera podrá incorporar elementos locales. Será una muestra glocal, infinita y mutante.
El tercer desafío es que la muestra no se convierta en una marca y sí en una plataforma de diálogo. El mejor branding pasa a ser el cultivar diálogos, incentivar vínculos y conectar pares. El intercambio de experiencias, métodos, protocolos, se convierte en la moneda social del proceso.
El cuarto desafío es transformar la muestra en un laboratorio itinerante. Que el conocimiento, prototipos y bagajes de las redes y colectivos participantes en Smartcitizens se conviertan en un hub urbano flexible, itinerante, replicable. Generar espacios de reflexión-acción en el territorio, zonas autónomas temporales de intercambio de conocimiento. Un laboratorio post-it que genere intervenciones en las ciudades.
El quinto desafío es construir un imaginario de «inteligencia ciudadana» para contraponer al concepto smart city fabricado por el mercado y que transforma las urbes en algo previsible en manos de las compañías multinacionales. #SmartCitizensCC no es un hashtag. Es ágora, es máquina de relatos, es fábrica de nuevos mundos.
Desafíos incluidos, este giro del proyecto me parece muy acertado; es una clara y coherente apuesta por la cultura abierta y permite explorar más allá de los formatos habituales.

Otro desafío más

Con todo, una de las cosas que he aprendido desde que empecé a interesarme en serio por la cultura abierta es que aplicar a algo una licencia Creative Commons no lo convierte necesariamente en algo open source, de fuente abierta. Para que algo lo sea, debemos plantearnos cuál es realmente la “fuente” que tenemos que abrir para facilitar al máximo las tres libertades fundamentales (que me perdone la Free software foundation, que para el caso del software libre define cuatro) en las que se apoya la cultura abierta: libertad de uso, libertad de modificación y libertad de distribución.

De modo que me atrevería a añadir un desafío más, que panteo en forma de preguntas:

¿Cuál es la “fuente” de una exposición? ¿Es igual de abierto permitir la copia y remezcla de una serie de archivos en PDF que proporcionar los archivos fuente editables? ¿Es lo mismo hacerlo a descarga que sobre una plataforma colaborativa que pueda incorporar aportaciones externas? ¿En qué formato habría que liberarlos para favorecer su manipulación? ¿No entrarían aquí con toda su relevancia el software libre y los formatos abiertos?

Estas cuestiones, cuya respuesta intuyo pero que habría que ver sobre la práctica, son en realidad muy similares a las que se me plantean ante iniciativas como el Air Tree Commons y otros muchos proyectos de diseño abierto. Queda mucho por intentar y por resolver, y eso es precisamente lo que hace tan apasionante el proceso de incorporación de los principios de la cultura abierta a nuestro trabajo.

Microsite de la exposición Smartcitizens con los materiales para descargar:

smartcitizens.paisajetransversal.com

Perfiles sociales de #SmartCitizensCC:
Flickr: www.flickr.com/photos/99346985@N04/

Puedes seguir la conversación buscando el hashtag #SmartCitizensCC en tu red social favorita.
Fe de erratas: Donde decía incorrectamente Ricardo Gutiérrez, ahora pone Bernardo Gutiérrez.

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Crowdfunding… ¿aplicado al desarrollo urbano?

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El boom del crowdfunding. Una idea nada nueva, con nuevos medios.

El crowdfunding o financiación colectiva (o en masa) es un concepto que viene de lejos y que se puede definir sin mucha complicación: consiste en la financiación de un proyecto a través de la suma de muchos aportes, generalmente de baja cuantía, frente al modelo del gran inversor. Por ello también se le conoce como micromecenazgo. Pero esa definición esconde muchas complejidades, como iremos viendo.

Las prácticas de préstamo o apoyo microfinanciero tienen un doble origen. Por un lado en la necesidad de las comunidades con recursos escasos de generar recursos de capital para desarrollar proyectos productivos o personales de sus miembros. Hay modalidades en distintos contextos culturales en las que los participantes generan un fondo general al que se tiene acceso por turno o sorteo, mientras que en otras variantes la financiación tiene lugar entre individuos (peer to peer). Por otro lado el crowdfunding se puede entender como un desarrollo de la tradición filantrópica, especialmente en países anglosajones con una fuerte tradición de la sociedad civil donde la donación constituye una forma de contribución a la mejora de la comunidad, una forma de lograr estatus para el donante y exenciones fiscales. En Estados Unidos la cultura de la donación es muy importante y a menudo supone el desarrollo de proyectos vitales para los sectores más desfavorecidos a los que las políticas del Estado no llegan o lo hacen de forma insuficiente. En este contexto es importante fijar el comienzo del crowdfunding con interés social o comunitario en una evolución natural en la que las nuevas tecnologías se convierten en una herramienta decisiva para atomizar el concepto de donación, a la vez que aproxima proyectos e iniciativas a la sociedad en general, que a menudo reacciona en relación a estímulos solidarios, identitarios o políticos.

Desde principios de los 2000 el microcrédito se fue acercando a las nuevas tecnologías, dando lugar a plataformas como Zopa, Prosper o Lending Club. Unos años después, le llegó el turno al crowdfunding propiamente dicho: cuando en 2009 apareció la primera plataforma online de este tipo, Kickstarter, se hizo rápidamente evidente que sus creadores habían dado, no sólo con un filón de negocio importante, sino con una forma de relacionar economía y cultura que iba a dar que hablar. A día de hoy no dejan de emerger nuevas plataformas en diferentes contextos y con distintas modalidades, a un ritmo cada vez más acelerado.

Con esto, era inevitable que tarde o temprano nos hiciéramos la primera pregunta que queremos abordar aquí:

¿Es posible aplicar la financiación colectiva a proyectos de transformación urbana, sean de arquitectura, de intervención en el espacio público o de diseño urbano? ¿Qué conseguiríamos con eso?

Parece lo mismo, pero no es igual.

Ante esta pregunta se ha generado un interesante debate, planteado tanto desde el punto de vista teórico como desde la práctica y el activismo.

Las primeras respuestas fueron directas y sin concesiones: probarlo. Poner una pieza de mobiliario urbano, un jardín comunitario y hasta una gran piscina experimental como +Pool, directamente en Kickstarter, metiéndolos en la categoría de diseño entre una pulsera y unos calcetines, y ver qué pasaba. Total, sólo es una diferencia de tamaño y cantidad, ¿no?

Plus pool en Kickstarter

¿Lo es, realmente? Alexandra Lange lo pone en duda en su artículo Against Kickstarter urbanism (Contra el urbanismo Kickstarter), en cuyo encabezado web se puede leer, entre líneas de código, que el título original era en realidad un menos contundente pero más ilustrativo “puedes kickstartear una cuchara comestible, pero no una ciudad”. El artículo, que también comentaba Bernardo Gutiérrez en su recientísimo post ¿Crowdfunding para ciudades?, está lleno de dudas más que razonables.

Una plataforma de financiación apta para un reloj no es una plataforma de financiación apta para una ciudad. Las expectaciones, los plazos y la comunidad relevante son salvajemente diferentes. […] La línea de tiempo de los proyectos urbanos, los permisos requeridos en la vida real y los enormes costes de construcción son muy poco adecuados para el enfoque de Kickstarter. […] Un parque va a requerir mucho más que 5€ y un “¡Buena idea!”.

Es cierto. Entre el dinámico vídeo de presentación o los atractivos renders iniciales y el proyecto acabado hay más distancia de la que muchos usuarios pueden percibir o entender en el momento de decidir si hacen o no su aportación. La complejidad real del proceso que un gran proyecto tiene detrás acaba dejando aquella página inicial de Kickstarter como un mero ejercicio de storytelling tan hueco como bien intencionado.

Propuestas como + Pool o LowLine tienen una cosa en común: muestran la evocadora imagen final de un proyecto muy ambicioso (imperativos del marketing), pero en realidad piden fondos para un primer paso realista y casi modesto: un prototipo a escala real de la solución constructiva a emplear. La visión y el plan de trabajo se confunden, provocando que un micromecenas poco atento caiga fácilmente en el error de obviar la distancia que hay entre ese primer prototipo (diez o veinte veces más costoso que la media de los diseños completos presentes en la misma plataforma) y el proyecto final construido y utilizable (a un nivel de presupuesto muchísimo mayor). Como dice Lange en su artículo, “el sueño consumible estaba a años y burocracias de distancia”.

Todo ese “lastre” no visible, en forma de trámites, procesos de diseño, requisitos, agentes implicados, dificultades técnicas, condiciones legales, apoyos o desconfianzas varias y demás elementos que un profesional de estas áreas conocerá bien pero que incluso él difícilmente podrá prever, es lo que Dan Hill de Sitra llama “materia oscura” y sitúa como uno de los temas a resolver por cualquier plataforma de crowdfunding que quiera aspirar a lanzar proyectos de gran escala.

Lange concluye su artículo con un decepcionado “todo lo que el formato [de Kickstarter] puede manejar son pequeñas piezas del puzzle, como gizmos [o gadgets]”. Pero como comentan en un artículo de Project for Public Spaces que responde en cierta manera al de Lange, esto puede ser también una oportunidad:

Las estrategias destinadas a dar vida al espacio público a corto plazo pueden ser una manera extraordinariamente efectiva de construir el soporte de la comunidad para proyectos más grandes.

Lo cual podemos reconocer como la base de muchos proyectos de urbanismo táctico que, a través de acciones ligeras de bajo perfil económico y pocos requerimientos burocráticos, han logrado despertar una comunidad a su alrededor. En el urbanismo táctico o en cualquier proceso de transformación urbana de estas características no se produce exclusivamente una intervención en el espacio o en la trama urbana. Los proyectos que se desarrollan de abajo a arriba (bottom-up) son procesos en los que a menudo se producen negociaciones, generación de conocimientos, nuevas narrativas sobre el espacio y la identidad del lugar y de sus habitantes. Todo ello constituye un valor añadido que a menudo supera en el tiempo la vida de la dimensión física de la intervención.

Las plataformas genéricas de crowdfunding han demostrado ser muy aptas para financiar y lanzar “dispositivos”, objetos o construcciones de pequeña escala, bajo coste y alta replicabilidad, que muchas veces tienen más potencial para transformador que otras infraestructuras de gran porte. Parece razonable incorporar esta particularidad, como un aprendizaje, en cualquier plataforma específica que esté por aparecer.

Aula Abierta Sevilla en Goteo


Pero… insistimos en ir a lo grande. ¿Qué plataformas necesitaremos?

Tras intentar usar una plataforma existente como Kickstarter (o Goteo, con proyectos como el Aula Abierta de Sevilla, o cualquier otra) y descubrir que no valen para todo por igual, los promotores inquietos con grandes proyectos entre manos vuelven su mirada hacia las propias plataformas: Si estas no nos valen, ¿cómo es la plataforma que vamos a necesitar?

Como respuesta a esa pregunta comienzan a aparecer webs más especializadas como Spacehive, una web de crowdfunding para proyectos de mejora de vecindarios, Civic Sponsor, que se define como una plataforma de financiación para proyectos públicos, o Ioby, para proyectos dirigidos a la mejora del entorno local. Sin embargo, éstas aún se parecen muchísimo  al modelo de Kickstarter y no incorporan los aspectos específicos de escala, tiempos, gestión, comunidad, etc. que acabamos de comentar.

Una plataforma que quiera resolver esa complejidad tiene que plantearse cada proyecto como un todo interrelacionado con problemas más generales que el de su financiación, como los referentes a la participación, al contexto, al apoyo y coordinación de los agentes implicados, al proceso de trabajo en sí, a los posibles conflictos con los cauces oficiales del planeamiento (la convivencia de ciudadanos e instituciones que comentaba Bernardo), etc.

Los proyectos, en una plataforma así, deberán estar compenetrados con una comunidad, o ayudar a crearla, en lugar de quedar exclusivamente sujetos a las vicisitudes del marketing como sucede muchas veces en el crowdfunding, donde “gana” el que tiene el vídeo más llamativo, o más amigos, o el que mejor ha sabido contar su historia.

Y por si fueran pocos requerimientos, las plataformas digitales plantean dudas relacionadas con la brecha digital: ¿Cómo resolver la relación entre entre la comunidad local, del lugar, y la global, de las redes sociales? ¿Cómo hacer llegar este proceso y estas herramientas a la gente que no está en la red? ¿Cómo hacer transparente en el espacio físico lo que sucede en el digital, y viceversa?

¿Hay algún proyecto que esté abordando este desafío a día de hoy? Podemos encontrar varios, incluyendo los mencionados más arriba que están en constante evolución, aprendiendo de sí mismos. Uno de los que más claramente están abordando este proceso de diseño de nuevas plataformas es Brickstarter.

Hablábamos antes de Dan Hill y el concepto de materia oscura. Pues bien, este es sólo uno de los muchos aspectos que desde Brickstarter, del cual él forma parte, se están replanteando. Frente al enfoque más bien inmediato de proyectos como Spacehive, éstos han optado por abstraerse de lo que actualmente se entiende por plataforma de crowdfunding y tratar de dar forma a algo nuevo que integre los diferentes aspectos mencionados. Su blog es una inspiradora colección -de lectura recomendable- de profundas entrevistas y detallados análisis claramente dirigidos a extraer conocimiento del estudio de casos.

Para hacernos una idea rápida (aunque parcial) de por dónde van sus planteamientos, basta con que nos fijemos en uno de los bocetos preliminares que, en un buen ejercicio de transparencia, han publicado en el blog:

Brickstarter sketch

Esto ya no se parece tanto a Kickstarter, ¿verdad? Aparecen un buen montón de conceptos nuevos: escala, tiempos, valor, agentes de varios tipos (promotores, partidarios, patrocinadores), una clara diferencia entre el estado de financiación, de apoyos y de aprobación o permisos, un seguimiento de problemas, debates, algo que parece un feed local, etc. Este boceto tiene una profundidad de planteamientos y una complejidad detrás que ya parecen más acordes con el tema. Y sólo es un esbozo muy preliminar de una futurible plataforma online, que con toda seguridad es (o idealmente debería ser) sólo una parte del plan de trabajo de Brickstarter.

Para acabar este artículo dando pie a nuevas reflexiones os dejamos, como propuesta no cerrada, una serie de planteamientos que pensamos que deberían tratar de incorporar las plataformas de crowdfunding centradas en proyectos públicos y desarrollo urbano:

  • Mostrar todo el proceso y sus implicaciones, incluida la “materia oscura”.
  • Permitir empezar desde la pequeña escala, valorando el potencial de los dispositivos “low-” y el enfoque del urbanismo táctico para dar pie a proyectos mayores.
  • Aportar y visualizar un valor de retorno en cada paso del proceso, tras cada ciclo convocatoria-desarrollo-logro.
  • Cambiar el enfoque de la plataforma, desde una simple financiación colectiva hacia un “qué necesitamos para que esto suceda”, en el que se incluya la entrada de acciones y recursos distintos del simple aporte de dinero, como ya sucede en Goteo o en Civic Crowd.
  • Combinar el anterior con un enfoque de “gestión integral del proyecto”, del que la financiación colectiva (o mixta entre lo colectivo y lo institucional) sea sólo una parte.
  • Plantear esa plataforma como una base ligera sobre la que añadir diferentes “herramientas” de gestión, de forma que sea adaptable a proyectos más o menos complejos sin abrumar al usuario.
  • Asumir que la plataforma no lo es todo, y que hay toda una serie de canales, medios o espacios que tendrán que ser tenidos en cuenta y coordinados entre sí.
  • Aceptar que estamos al comienzo de un camino, un camino que se hará al andar.

 

Este artículo es fruto de una colaboración entre Andrés Walliser (@andreswalliser), desde Nueva York, y Jorge Toledo (@eldelacajita), desde Madrid, a través de Ecosistema Urbano (@ecosistema), para el blog de La Ciudad Viva.

Ver artículo original

P.D. de Jorge: Esta entrega sobre el tema iba a terminar aquí, pero en el momento de su publicación sucedió algo que bien merecía extenderse un poco más. Andrés y yo teníamos muchas ganas de escribir acerca de esto porque de alguna manera se percibe como un tema que “está en el aire”, que está en el aire con tal densidad que llega al “punto de condensación”. Y es que como los cazanieblas, parece ser que las redes en que nos movemos contribuyen a condensar las ideas y las hacen fluir hacia la corriente (en inglés, tal cual: stream) de la conversación colectiva. Tres días antes de la publicación original de este artículo, y con este todavía en sus huesos, Bernardo Gutiérrez publicó su artículo ¿Crowdfunding para ciudades?. Dos días después, la red seguía goteando: cuando me disponía a rematar y publicar el artículo, me llegó de pronto una inesperada invitación desde Think Commons a un hangout, una sesión de videochat online. Un timing de primera. Al entrar me encontré a Carlos Cámara, Ferrán Reyes y Domenico di Siena en pleno debate sobre… sí, este mismo tema. De modo que no he pude menos que incorporar este texto a la conversación, y viceversa.

Aquí tenéis un vídeo, fruto de ese momento de serendipia, que es casi la versión audiovisual de este artículo. Os lo recomiendo porque aborda algunos de los puntos clave comentados en este artículo, y unos cuantos más que no tienen desperdicio y que entrarán con seguridad en alguno próximo.

Hangout sobre co-financiación de las ciudades

Para los más impacientes: alrededor del minuto 19′, la conversación, inicialmente errática, enlaza de forma natural con el tema del crowdfunding, y hacia el minuto 37′ es cuando me incorporo y comenzamos a conectar con lo comentado en este artículo.

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Conversaciones de ascensor en una ciudad sin intermedios

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Retomamos otro artículo publicado previamente en La Ciudad Viva que expone una visión personal, cotidiana y desenfadada sobre los no-lugares intermedios, los resquicios olvidados entre ciudad y vivienda.

 

Soy arquitecto —lo confieso—, pero como a tantas otras personas me ha tocado vivir en sitios creados, no según principios arquitectónicos, sino por requerimientos inmobiliarios, que por desgracia son muy diferentes. En cualquier caso, lo que hoy me gustaría contar es algo que he vivido como habitante, como usuario, como vecino, como visitante, en el día a día de mi ciudad, y con lo que cualquiera podría sentirse identificado.

¿Os habéis encontrado alguna vez con alguien en el ascensor? Seguro que sí. Aunque a veces me da la sensación de que los ascensores modernos están diseñados para evitarlo, muchas veces ocurre. Y seguro que os sonará esta conversación, palabra arriba, palabra abajo:

Conversación de ascensor

¿Os habéis preguntado alguna vez por qué somos tan escuetos en esos encuentros? Yo le he dado algunas vueltas —especialmente entre las plantas segunda y quinta—, y entre muchas posibles razones como podría ser sentir antipatía hacia ese vecino, ser tímido, no estar de humor, etc. he acabado descubriendo una muy sencilla: porque en un ascensor es prácticamente imposible mantener una conversación.

Lo he intentado varias veces, y siempre acabamos igual: uno de los dos interlocutores ya de pie en su pasillo, cargado con las bolsas de la compra, y el otro dentro del ascensor, con el dedo puesto en el botón que impide que las puertas se cierren y corten alguna frase en dos como una guillotina; ambos intentando alargar un momento fugaz de encuentro. Se me ocurren muchas situaciones en las que me apetecería conversar, pero casi todas tienen una luz más bonita, un espacio más acogedor, una postura más cómoda y algo más de tiempo por delante.

Como consecuencia inevitable de esta dificultad, llegamos a evitar encontrarnos con otra gente en el ascensor, condenados a una presencia y un silencio forzados. La mayoría de las veces sólo los niños, directos a lo que les interesa sin convenciones y cortesías de por medio, son capaces de comenzar y acabar una micro-conversación de ascensor, con una observación o una pregunta directa, y aún así tampoco es un lugar en el que quieran estar.

¡Que alguien diga algo! - Silencios incómodos de ascensor

Basta un breve paseo por redes sociales como Facebook para ver el sintomático —e hilarante— imaginario colectivo que hay alrededor de todo esto:

Mirar los botones del ascensor cuando subo con alguien desconocido
Rogarle al ascensor que cierre sus puertas antes de que llegue la vecina
No sé qué hacer cuando subo o bajo en ascensor con un desconocido

Yo también cuando estoy en un ascensor y sube gente me quedo mirando el piso
Por esos momentos de silencio en el ascensor con los vecinos

Y es que un ascensor es uno de los no-lugares más conseguidos que existen. Es casi imposible lugarizarlo, hasta el punto de llegar a convertirse por ello en un reto, objeto de las fantasías más íntimas. El tiempo compartido en ese reducido espacio es mínimo, apenas da para cruzar tres o cuatro frases. La presencia física es forzosamente cercana, nada natural. Incluso la orientación espacial se anula, dificultando la percepción de la velocidad, la dirección, la ubicación y la orientación. Recuerdo lo incomprensible que le parecía a mi abuelo que la casa de mis tíos diera a la misma calle por la que él había entrado. El ascensor le convertía el edificio en un auténtico Escher.

Pues bien, gran parte de lo dicho sobre los ascensores también se podría decir del resto de espacios comunes en la mayoría de los vecindarios urbanos que conozco. Entre la vastedad impersonal de la ciudad y la intimidad de la vivienda faltan espacios de relación intermedios que pudieran ser casi tan variados como la primera y casi tan cómodos como la segunda. Todo lo que hay es un sistema de espacios dedicados al transporte y la clasificación alfanumérica de personas y objetos, sin ninguna otra función posible. En ese aspecto, el recorrido de acceso desde la calle a un apartamento no se diferencia en nada de, digamos, los túneles de la M-30, y las políticas de desarrollo urbano actuales nos están llevando cada vez más a la ciudad de paso, la ciudad archivador, la ciudad ascensor: una ciudad sin resquicios donde la vida social pueda ocurrir.

Esquema típico de acceso a un edificio de viviendas

Cuando alguien a mi lado saca a colación el clásico debate sobre si la arquitectura puede o no mejorar la sociedad y la vida de las personas, suele venirme a la cabeza todo esto: parece que, por lo menos, puede empeorarla. Eliminando espacios de actividad, limitando las oportunidades de encuentro, clasificando actividades en compartimentos estancos y excluyendo el lado social de las personas.

A veces, al hablar de estos temas, algunos me han planteado ciertas dudas dignas de atención: ¿Y si la arquitectura y el urbanismo “inmobiliarizados”, hechos por pura ley de mercado, responden realmente a una demanda? Si se hacen de esa manera, ¿será por alguna otra razón más allá de optimizar el espacio para aumentar el rendimiento económico? ¿Y si resulta que la gente quiere vivir así? Llegar a su casa por un pasadizo secreto, reducir al máximo el camino desde el coche hasta el recibidor, no ver ni oír jamás al vecino, ocultar todas sus actividades al resto…

Hay al menos dos cosas que me hacen pensar que no es así, al menos no como para justificar la forma tan masiva en que se han extendido los edificios-archivador:

Por un lado —y esto daría para un artículo aparte— hay que tener en cuenta que la calidad de la arquitectura y el urbanismo no se puede relacionar tan directamente con la respuesta del mercado. La arquitectura no es un bien de consumo opcional —si no te gusta o no te lo puedes permitir, no lo compras— sino que responde a varias motivaciones que podríamos situar a distintos niveles de profundidad en modelos como la pirámide de Maslow. La necesidad, incondicional y previa a muchas otras, de tener una vivienda influye mucho más que otros factores como el precio o la calidad, así que el hecho de que la gente las acepte tal y como se diseñan y construyen hoy día no es un indicador nada fiable de su calidad.

Por otro lado, tampoco me creo que la gente quiera vivir así, al menos no exclusivamente y por “imperativo arquitectónico”. En nuestra vida diaria podemos observar que vivimos en un pulso perpetuo entre las necesidades de intimidad y reconocimiento, de retiro y convivencia, de autonomía y relación, y otras muchas. Un pulso que si se desequilibra, puede provocar anomalías de comportamiento. Por ejemplo, la curiosidad hacia la vida de los demás es algo que está en la naturaleza humana, nos permite identificarnos con otros, establecer lazos, aprender conductas y transmitir conocimientos, en definitiva formar una sociedad y una cultura con los demás. Todos somos un poco voyeurs —de ahí el éxito de la prensa rosa—, y si se nos permite serlo de forma natural, rara vez llegaremos a rozar lo enfermizo. De la misma manera, todos somos también un poco exhibicionistas, un poco juerguistas, un poco entrometidos… en suma y por así decirlo, bastante gregarios.

No podemos evitarlo. Conquistamos nuestros pasillos con alfombrillas de diseños varios, colgamos elementos decorativos en las puertas, colocamos plantas que luego cuidamos con esmero, e incluso sacamos pequeños muebles auxiliares, fragmentos domésticos que pugnan por salir al espacio común y acaban casi siempre convirtiéndose en la única señal de vida humana entre el número del portal y la letra de la puerta.

Welcome, pero...

Otro pequeño ejemplo: En el edificio donde vivo, como en muchos otros, las plazas de garaje tienen trasteros detrás. Todos sabemos cómo es un garaje subterráneo comunitario: es un espacio oscuro, crudo, frío, absolutamente inhóspito. Otro no-lugar de manual, en el que parece que nada bueno podría suceder. Pero sucede. Una tarde, estando en mi trastero —acondicionado como taller casero de bicicletas, chapuzas caseras y maquetas—, oigo el sonido de una radio, y al asomarme al garaje me encuentro que hay dos trasteros más abiertos, arrojando franjas de luz cálida sobre los coches. En cada uno se adivina un pequeño paraíso personal de bricoleur, o de coleccionista, o de aficionado al modelismo. De uno de ellos sale el sonido de la radio, del otro, el de una sierra de calar. Un vecino sale y entra llevando piezas de madera que va cortando. Al rato, el otro aparece en la puerta preguntando por ciertos tornillos que le faltan. Y cuando nos damos cuenta, nos encontramos sumidos en la magia social que nace de las actividades, los intereses y los espacios compartidos.

¿Por qué no hay un lugar para todo eso en nuestras ciudades y edificios? ¿Y qué lugar sería ese?

Esa pregunta tendríamos que respondérnosla todos, arquitectos o no. Para mí, sería un lugar intermedio, un resquicio habitable entre lo privado de la vivienda y lo público de la calle. Un lugar donde pudiéramos sacar aquello que quisiéramos exhibir, o realizar las actividades en las que no nos importara ser observados y encontrarnos voluntariamente con otros… o no. Si lográramos salvar los primeros miedos y prejuicios que tenemos tras largos años de vecindad constreñida, parca y enrarecida, si pudiéramos salir del círculo vicioso de desconocimiento y recelo, si nos reeducáramos poco a poco en nuevas maneras de respetar y aprovechar lo colectivo…

… ¿qué podría pasar si parte del espacio de cada propietario estuviera en el espacio común, y tuviera derecho a personalizarlo y ocuparlo? ¿Si en cada acceso o planta hubiera espacio, ventilación, buena temperatura y luz? ¿Qué podría suceder si los ascensores fueran transparentes, y permitieran ver esos espacios comunes previos a cada vivienda? ¿Y si incluyeran pantallas, tablones de anuncios, o pequeñas bibliotecas? ¿O si tuvieran un control manual de velocidad, pudiendo pararse a cualquier altura y volver atrás? ¿Qué podría ocurrir si los trasteros-talleres dieran a esos espacios, o al patio común, o a la piscina?

A la vez, añadiendo una dimensión más contemporánea, podríamos hablar de la creación de otro lugar intermedio entre lo privado de nuestro ordenador o nuestro móvil, y lo público de Internet. Otra nueva clase de espacio compartido que funcionaría en paralelo —pero siempre en relación cercana— con el espacio físico y en el que, salvando incluso las actuales barreras arquitectónicas en las que nos hemos encerrado, el concepto de vecindad pudiera comenzar a revivir y florecer… Pero eso mejor lo dejamos para otro artículo.

 

Texto e ilustraciones por Jorge Toledo (@eldelacajita) para Ecosistema Urbano (@ecosistema). Publicado previamente en La Ciudad Viva (@ecosistema).

Os recomendamos pasaros por el post original para seguir el interesante debate desarrollado en los comentarios.

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What if…? Alicante, conclusiones

Category: ⚐ ES+talleres

El taller What if…? Alicante, promovido por Ecosistema Urbano y Trànsit Projectes, y patrocinado por CAMON, manifestó su capacidad de acción en la ciudad de Alicante.

Las primeras sesiones del taller se centraron en el manejo de la plataforma interactiva alicante.whatifcities que actúa como catalizador de los deseos, inquietudes e ideas de los habitantes sobre su propia ciudad. continue reading