Hubo un tiempo en que en las ciudades europeas el sector público tenía suficiente dinero como para sacar adelante programas de mejora medioambiental a gran escala. Aquellos programas solían estar conectados con estándares y regulaciones estrictas, referidas al nivel de mejora requerido y al uso permitido en las áreas mejoradas.
Uno de los muchos ejemplos de programas de tratamiento de suelos degradados es el proyecto C-Mine en la ciudad belga de Genk, dirigido a convertir una antigua zona de minería de carbón en un centro creativo para la innovación y el emprendizaje. Este proyecto, de mediados de los dosmiles, fue financiado conjuntamente por el gobierno belga y la ciudad de Genk.
Del control a la co-evolución
Con la crisis financiera este tipo de oportunidades se han perdido en el horizonte. Las instituciones públicas, altamente endeudadas, no suelen ser capaces de lanzar programas a esa escala, de modo que tienen que buscar enfoques nuevos y forjar otras alianzas para abordar los problemas ambientales. Una de las áreas que más potencial de innovación muestran es la experimentación con estándares y regulaciones más flexibles que permiten iniciar procesos bottom-up (de abajo arriba) e implicar a la población en la mejora del entorno.
“Del control a la co-evolución”: ese fue el tema principal del congreso AESOP de 2014 en Utrecht. Una de las visitas que se realizaron durante ese evento, dirigida por Zef Hemel del Departamento de Planeamiento de Amsterdam, estuvo precisamente orientada a ilustrar este nuevo enfoque con el ejemplo de Amsterdam Norte.
El frente fluvial al norte de Ámsterdam, aunque no está lejos del centro de la ciudad, se sitúa “en el lado equivocado” del río Ij, en lo que siempre fue una zona industrial. En 1984 la industria naval holandesa cerró y la propiedad del suelo fue transferida al ayuntamiento. Se hicieron muchos planes para desarrollos urbanísticos con punto de parada de cruceros incluido, con un urbanismo heredado del movimiento moderno, pero la realidad es que durante dos décadas no sucedió nada: la ciudad olvidó esa zona.
A partir de mediados de los dosmiles el Departamento de Planeamiento Urbano de Amsterdam decidió probar un nuevo enfoque de planeamiento más abierto y menos tecnocrático, buscando un cambio escalonado, paso a paso, celebrando festivales y otras actividades contemporáneas como una forma de atraer nuevos usos y usuarios. Este desplazamiento desde el control hacia la co-evolución abrió totalmente nuevas perspectivas en el uso de esa área, como ilustramos a continuación con tres ejemplos.
NDSM: de industrial a creativo
El área conocida como NDSM está cerca del río, con una fábrica alimentaria funcionando cerca y emitiendo ruido y olores, de modo que no se permiten usos residenciales. Las dos imágenes siguientes fueron tomadas dentro de un gran edificio, abandonado por la industria naval, que está siendo utilizado actualmente por 260 artistas. Allí crearon sus estudios, formaron una organización y empezaron a alquilar espacios, en un movimiento libre que precisamente les permite sentirse parte del proceso de cambio.
Los debates con los urbanistas municipales son continuos, ya que se muestran muy abiertos a dialogar, y bastante más escasos con el departamento financiero, que insiste en subir los alquileres de forma radical. Los artistas piden una mayor flexibilidad para la gente que quiera ir a vivir allí, aunque sea de forma temporal. Desde el área de planeamiento se resisten porque es una zona portuaria activa y los puertos parecen estar ganando relevancia de nuevo. Si se introducen usos residenciales se reducirían las posibilidades de instalar allí actividades portuarias, de modo que el puerto tendría que trasladarse a suelo rural (greenfield, suelo cultivable, frente al brownfield o suelo industrial abandonado que ocupan ahora mismo los artistas), dificultando la toma de decisiones en pos de la sostenibilidad.
Buiksloterham: dejar hacer
En el área de Buiksloterham, situada 1 km más allá, sí se permite el uso residencial pero los solares están muy contaminados. Los planes originales preveían varios cientos de viviendas de nueva construcción, pero no funcionaron por falta de interés entre los grandes promotores. ¿Quién iba a querer vivir allí? Tras algunas discusiones la ciudad decidió seguir una idea completamente distinta: ofrecer el área para su desarrollo solar a solar. El departamento de urbanismo comenzó a debatir posibles desarrollos con grupos de familias, organizados por arquitectos. En lo que ahora es un área piloto para la autoconstrucción, no se permite a la gente comprar más de dos solares (excluyendo de este modo a grandes promotores). Se firman contratos de cesión del terreno a 50 años, y se obliga a que la construcción comience durante el siguiente año y medio y esté acabada otro año y medio después. La regla básica es que… no hay reglas: cada familia puede construir lo que quiera dentro de su parcela, obviando las normas y restricciones habituales. Los futuros habitantes entran a opinar también sobre el diseño de las calles, y la práctica demuestra que se está tendiendo a diseños completamente diferentes a los que habría propuesto el ayuntamiento.
Tras largos debates se alcanzaron una serie de acuerdos que tienen en cuenta las instalaciones existentes. Uno de los grupos pidió la posibilidad de traer una caravana como espacio de oficina y colocar bancos para celebrar debates semanales. Otro residente ha construido en dos semanas el edificio verde que puede verse en la imagen anterior, con un taller y un espacio para la furgoneta en la planta baja. La publicidad del área (imagen siguiente) invita a registrarse en un proyecto de vivienda cooperativa.
De Ceuvel: usar = regenerar
De Ceuvel, por su parte, es un espacio de trabajo para empresas creativas y sociales. La zona está tan extremadamente contaminada que bajo regulaciones “normales” no podría ser usada para ningún fin “humano”. Dado que no había ninguna posibilidad de que en un futuro cercano se pudiera emprender el costoso proceso de limpieza, el Ayuntamiento de Amsterdam lanzó una convocatoria para convertir la zona en un espacio urbano regenerativo, y concedió al grupo ganador (cuya presentación puede verse en este vídeo) una cesión de 10 años sobre los terrenos.
Para evitar el problema de la contaminación, recurrieron a la creatividad y situaron una serie de casas-barco adaptadas sobre el terreno, conectándolas entre sí con pasarelas de madera y dejando crecer entre ellas un paisaje ondulante de plantas regeneradoras. Cada uno de los barcos alojará en breve oficinas, estudios y talleres para empresas creativas y sociales.
El plan también incluye un restaurante público, un café (financiado por crowdfunding) y un “bed& breakfast”. De Ceuvel es totalmente autosuficiente. Genera agua caliente y electricidad mediante energía solar, se abastece de agua a través de sistemas de recogida de lluvia y cubiertas vegetales, y los sistemas de regeneración extraen energía, agua y nutrientes de los desechos producidos allí, usándolos para producción de alimentos. Las instalaciones sirven al mismo tiempo como exposición y laboratorio vivo para mostrar al público las últimas tecnologías sostenibles, entre ellas el uso de vegetación para mejorar la biodiversidad del entorno (fitorremediación), para que cuando los barcos sean retirados dentro de 10 años, el suelo quede (más) limpio y con un valor más alto que al comienzo.
Los tres ejemplos anteriores muestran enfoques muy innovadores para gestionar problemas difíciles en los cuales el sector público no tendría apenas capacidad de acción con métodos tradicionales, especialmente con las condiciones financieras presentes. Sin embargo esta flexibilidad sin precedentes en el interior del ayuntamiento no está exenta de contradicciones. Uno de los aspectos a debate es el nivel de diversidad que tendrá la zona de Amsterdam Norte en el futuro. Para asegurar la mezcla social el sistema de planeamiento holandés requiere un mínimo del 30% para vivienda social en cualquier área nueva por encima de cierto tamaño. Esta regla no se ha implementado en las áreas piloto del norte de Amsterdam y está claro que estos proyectos especiales atraen a gente muy especial, principalmente a personas con un alto nivel cultural. Se podría argumentar que en estas áreas de muy bajo estatus inicial el enfoque flexible del ayuntamiento crea una especie de “gentrificación por iniciativa pública”. Esto se puede aceptar hasta cierto punto, siendo esta la zona más barata de Amsterdam. La gente que quiere un entorno mejor para vivir va a otras partes de la ciudad y ni siquiera las familias pobres aspiran a vivir aquí.
Federico Savini y Segastian Dembski, dos politólogos que siguen de cerca los cambios de esta parte de Amsterdam, consideran esto como un caso de enfoque liberal post-crisis que permite conseguir cambios efectivos bajo circunstancias muy difíciles. Los primeros resultados ya pueden verse: algunas partes del área de terrenos industriales abandonados del norte de la ciudad se han convertido ya en la parte más “cool” de la ciudad. La torre de Shell se ha convertido en incubadora y escuela de DJs, una antigua grúa se ha convertido en un hotel con tres habitaciones por 300€ la noche, etc. Los políticos y técnicos municipales tienen ahora una delicada tarea en ajustar el desarrollo de manera que responda a los intereses de los pioneros (que son muy necesarios para abordar estas zonas difíciles) pero evite que toda la zona se convierta en un barrio gentrificado de alto nivel.
Otros casos en URBACT: Leipzig, Roma
Estas prácticas de planeamiento flexibles e innovadoras también se han analizado y discutido en los proyectos URBACT. En el evento final de Re-Block en Iasi, Pietro Elisei enfatizaba la importancia de la gobernanza flexible y la noción de asociación público-privado-personas (PPPP, Public-Private-People Partnership).
Muchas de las ciudades de la red Re-Block mencionaron la necesidad de encontrar métodos innovadores para implicar en la toma de decisiones, especialmente sobre la prestación de servicios, a minorías y grupos en desventaja. Las ciudades y los barrios con dificultades tienen que desarrollar su innovación ciudadana para pasar de actitudes jerárquicas a enfoques capacitadores y facilitadores de la colaboración.
Como ejemplo práctico, Stefan Geiss mostró en su conferencia el caso de Lepzig. El área residencial prefabricada de Grünau tuvo en su momento 85000 habitantes. El rápido decrecimiento llevó a la zona a tener un 26% de las viviendas vacías, como resultado de lo cual 7700 pisos tuvieron que ser demolidos. Hacia finales de los 2000 la ciudad cambió su estrategia, reconociendo que en ciudades de economía más débil es importante dar a la gente nuevas oportunidades basadas en “las ventajas de ser pobre” (bajos precios inmobiliarios, espacios y edificios vacíos….). Hay que acercarse a la gente y crear interés por pensar nuevas soluciones, y esta fue la filosofía con la que se lanzaron varias iniciativas gubernamentales:
- Tras dos años de discusiones con los residentes se creó un nuevo sistema de gestión de barrios protagonizado por semi-profesionales (por ejemplo, contratando a los residentes más activos para dar servicio al barrio).
- La horticultura/jardinería de barrio se lanzó como un primer paso para atraer el interés de la gente hacia el futuro del área.
- Se creó una ONG entre la propia gente del barrio, que comenzó a negociar con la empresa de ferrocarriles en torno a una zona de carga. Ahora la ciudad está comprando parte de los terrenos del ferrocarril y transfiriéndolos a la gente para convertirlos en zonas verdes y darles otros usos.
Según la experiencia de Leipzig, hay que asegurarse de dar suficiente tiempo para que los grupos locales se transformen en co-promotores o desarrolladores. En este proceso se han de permitir soluciones más baratas, incluso provisionales, en lugar de buscar soluciones “perfectas” y caras. Como destacó Thomas Knorr-Siedow, puede que la ciudad tenga que renunciar al control total. Por ejemplo, el programa de Leipzig Wächterhäuser (Casas de Guardia) es una prueba de lo que sucede si se ceden edificios vacíos a grupos de gente sin saber exactamente lo que sucederá. Más aún, dado que la mayoría de los terrenos y de los edificios son de propiedad privada, la ciudad tiene pocas oportunidades para intervenir de forma directa, y la flexibilidad es una de las pocas cosas sobre las que el ayuntamiento puede decidir. Como resultado de estas nuevas formas de pensamiento y planeamiento, y de la apuesta política de permitir un desarrollo de abajo arriba en Leipzig, a día de hoy los jóvenes están mudándose incluso desde Berlín, buscando una vida más barata y las oportunidades que aparecen en la informalidad (conseguir casas vacías de forma gratuita, comenzar proyectos de huertas urbanas en solares, crear espacios de trabajo compartidos, etc.).
En el congreso final de la red TUTUR en Roma, el político local Giovanni Caudo resumió de forma muy clara la nueva filosofía del distrito III de Roma: en tiempos de crisis la flexibilidad es la mejor forma de poner en valor recursos infrautilizados. El uso temporal de espacios vacíos debería ser entendido también como una herramienta para movilizar a los ciudadanos, ya que podría lograr que cualquiera tuviera acceso a un mínimo espacio de trabajo donde llevar a cabo actividades útiles (por ej. coworking). Al fin y al cabo, un mercado laboral flexible necesita flexibilidad en sus espacios de trabajo.
Traducción de un artículo de Iván Tosics, experto de URBACT.