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POPS y la Trump Tower | Espacios públicos de propiedad privada II

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Foto: Carlo Allegri/Reuters

Foto: Carlo Allegri/Reuters

Siguiendo con el tema de los POPS (Privately Owned Public Spaces) que introdujimos en el artículo anterior, en este caso queríamos abordar un ejemplo particular que ilustra el debate abierto en torno a este tipo de espacios: el espacio público de la Trump Tower, el edificio insignia del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

El rascacielos posee uno de los 525 POPS (Espacios públicos de propiedad privada) de la ciudad de Nueva York, una práctica muy recurrente en el densificado tejido de Manhattan.

En 1971 Donald Trump se respaldó en este procedimiento para aumentar en 20 plantas la edificabilidad de la ‘Trump Tower’, en el 725 de la Quinta Avenida de Nueva York. A cambio, Trump debía ceder una parte del espacio edificado al uso público, siguiendo una serie de normas estipuladas por la New York City’s Zoning Resolution.

En la práctica, eso significaba que el Vestíbulo Dorado que corresponde a las plantas bajas de su Edificio (la zona escogida para cederse como espacio público) debía contar con algunas características específicas como bancos, vegetación, fuentes, y un mantenimiento adecuado del espacio.

La primera polémica llegó cuando hace algunos años se decidió sustituir el gran banco de mármol negro que presidía la entrada principal por un mostrador de venta de souvenirs de la familia Trump.

Una tienda donde había un banco - Foto: Nick Solares - Curbed.com

Una tienda donde había un banco – Foto: Nick Solares – Curbed.com

Dotar de zonas de asiento era unos de los pocos requerimientos que exigía el acuerdo que se firmó en 1960 para aumentar la edificabilidad de la Trump Tower, y ese banco era la la solución propuesta por el equipo de Trump para dotar de asientos al POPS. Tras las quejas de varias asociaciones, artículos de protesta en el New York Times o en el Wall Street Journal y una sanción administrativa por parte del Ayuntamiento de Nueva York, se repuso una zona de asiento en lugar del puesto comercial.

El uso del banco restringido a la prensa - Foto: Jerold S. Kayden - The Boston Globe

El uso del banco restringido a la prensa – Foto: Jerold S. Kayden – The Boston Globe

Durante la campaña electoral y tras su elección como presidente, sin embargo, el polémico banco ha sido en numerosas ocasiones ocupado por la prensa que aguardaba declaraciones del presidente, permitiendo su uso sólo por personal acreditado.

La decisión de Donald Trump de continuar usando su residencia particular como presidente de los Estados Unidos obliga a reforzar las medidas de seguridad en las zonas cercanas, por lo que las zonas de acceso público cuentan ahora con controles de seguridad y deben desalojarse a menudo para cumplir con los protocolos que protegen al presidente.

Para Jerold Kayden, profesor Harvard y fundador de Advocates for Privately Owned Public Space, estas usurpaciones son lo que rompe los vínculos cívicos que producen ciudad. “Puede parecer insignificante, pero ese banco es un signo para la gente de que este era un espacio público y acogedor”.

La simple capacidad de sentarse y ocupar un espacio simboliza mucho más que el simple hecho de poder estar: representa la posibilidad de sentirse acogido en un espacio y sentirlo más propio, y es un elemento clave para significar un espacio como público.

El banco en uso la ciudadanía - Foto: Wall Street Journal

El banco en uso la ciudadanía – Foto: Wall Street Journal

Teniendo en cuenta esto puede comprenderse el revuelo generado tras eliminar o limitar el uso del banco en la entrada de las Trump Tower. La polémica ha llevado incluso a las autoridades locales a aumentar las multas por incumplimiento de la normativa de espacios públicos de propiedad privada.

La regulación de los POPS se enfrenta ahora a una nueva situación en la que el uso de esos espacios públicos se ha reducido de manera drástica y no existe una normativa específica que controle cómo el ámbito privado de un representante público (en este caso, el propio presidente del gobierno) puede o no limitar el uso de estos espacios. Ahora toca definir qué intereses deben anteponerse y cómo se debe actuar para evitar que no se vuelva a limitar el uso de la ciudad a sus ciudadanos.

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POPS y la Trump Tower | Espacios públicos de propiedad privada I

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Entrada a la Trump Tower – Imagen: Wikimedia Commons

Hace unos pocos meses surgió una gran polémica en EEUU en torno a las restricciones de uso de los espacios públicos dentro de la Trump Tower, residencia del actual presidente de los Estados Unidos.

Hablaremos más adelante del caso concreto de Trump, pero antes conviene contextualizar el régimen que rige estos espacios: los “POPS” son una práctica muy frecuente en Manhattan, pero también en otras partes del mundo. ¿En qué consisten?

Manhattan y los POPS

Los POPS, o Privately Owned Public Spaces, son espacios exteriores o interiores provistos para uso público por una entidad o propietario privado de un edificio a cambio de una concesión en la edificabilidad del solar. Este procedimiento conlleva generar espacios de uso público siguiendo una serie de requerimientos, y fue implantada en 1961 para revitalizar el crecimiento inmobiliario de Manhattan. Desde entonces, la ciudad ha generado entorno a 525 espacios con estas características, generando un área pública total para la ciudad de más de 32 Hectáreas, lo que corresponde a ¼ de Central Park.

Las características de estos espacios varían enormemente en cada caso ya que suelen ser fruto de negociaciones concretas entre los emprendedores privados y la administración local (New York City Department of Buildings y New York City Department of City Planning).

Sin embargo, el mantenimiento de las características que hacen que estos espacios se entiendan como públicos no siempre se ha mantenido de acuerdo a la regulación pactada y, como se ha demostrado posteriormente, la Administración de Nueva York no ha llevado una cuidada vigilancia de estas zonas.

En el año 2000 el abogado y profesor de la Universidad de Harvard, Jerold S. Kayde (fundador de la organización Advocates for Privately Owned Public Space) realizó una investigación en torno a los POPS en colaboración con el New York City Department of City Planning y la Municipal Art Society of New York, catalogando cada uno de los espacios y su situación con respecto a la normativa que los rige.

Ejemplo de ficha de un espacio público de propiedad privada – clic para ver la original

El libro resultante, “Private Owned Public Space: The New York City Experience” (New York: John Wiley & Sons, 2000) contenía dos conclusiones principales: aunque los acuerdos de zonificación produjeron una cantidad impresionante de espacio público para la ciudad, la calidad de esos espacios dejaba mucho que desear y. lo que es aún peor, un número significativo de propietarios habían privatizado ilegalmente sus espacios públicos. Una auditoría de 2017 confirma estos puntos.

Según los datos publicados en su página web, el estudio mostraba que un 41% de ellos no superaba los criterios mínimos de calidad. La Normativa de Zonificación de 1961 no imponía una normativa concisa entorno al mantenimiento de los POPS, por lo que los propietarios no estaban obligados a preservar las zonas de acceso público ni a considerar la cualidad de aspectos esenciales de esas áreas (asientos, jardinería, materiales, orientación, soleamiento, etc.). En los años 70, influenciados por el trabajo del urbanista norteamericano William H. Whyte y su Proyecto “Vida en la Calle”, los funcionarios de la Ciudad mejoraron la normativa incluyendo requisitos de asientos, jardinería, bastidores para bicicletas, fuentes de agua potable y placas de identificación.

El estudio contenía como segunda conclusión el hecho de que muchos propietarios redujeron o impidieron el uso público de sus POPS a través de acciones ilegales de privatización. En el 50% de los edificios con POPS, al menos uno de los espacios denominados como tal habían sido cerrados al público.

Estas acciones de privatización podían ser de tres tipos: negación del acceso público (puertas bloqueadas impidiendo el acceso durante las horas en las que debería permanecer abierto, representantes del edificio informando incorrectamente sobre la posibilidad de acceso, baños públicos señalizados sólo para residentes), ocupación del espacio público por usos privados adyacentes (obligación de consumir en espacios de estancia públicos) y disminución de los servicios requeridos.

Los estándares de los POPS

En el 2007, y tras la publicación del estudio, el New York City Zoning Resolution definió unos estándares de calidad mucho más concretos, que pueden consultarse a través de su página web y de los que vamos a exponer algunos de sus puntos más interesantes:

  • Para facilitar su entendimiento como espacio público, los POPS deben tener al menos un 50% de visibilidad desde la calle.
  • Para evitar que espacios residuales del edificio se consideren como POPS, éstos no pueden ser menores a 4,5 m en ninguna de sus dimensiones.
  • Para favorecer el uso de los espacios, está prohibido proteger las zonas potenciales de asiento.
  • Para aclarar su condición pública es obligatorio incluir una placa informativa con horarios de uso.

61/2 POPS

En 2012 el Ayuntamiento de Nueva York empezó a llevar a cabo una propuesta de unificar los POPS entre la calle 51 y la 57, y entre la Sexta y la Séptima Avenida. El objetivo era vincular espacios públicos previamente no conectados y agregar cruces de peatones y otras mejoras en seguridad y señalización, creando entre otras cosas la dirección “6th Ave ½” (un guiño humorístico al andén 9 y ¾ de Harry Potter).

POPS y activismo

El concepto de Ciudad que genera la proliferación de POPS y la privatización (aunque sólo en propiedad y no en uso) del espacio público es un aspecto a tener en cuenta. Tercerizar el diseño y gestión (aunque sean regulados) de los espacios públicos de la ciudad aumenta la falta de control sobre la toma de decisiones y la realización de estrategias urbanas a mayor escala que respondan a problemas urbanos más complejos que los de cada espacio individual.

Numerosos proyectos y colectivos ponen critican estos modelos de gestión evidenciando ambigüedades y controversias. Los que siguen son sólo algunos de ellos.

En 2011 el Estudio Graham Coreil-Allen lanzó una convocatoria en Kickstarter para realizar Arcade Parade, una “procesión” por algunos de los POPS de Manhattan para reivindicar y visibilizar estos espacios como públicos utilizando la ironía y haciendo un llamamiento a artistas y performers para colaborar en el evento.

The Arcade Parade – Vídeo

En las protestas de “Occupy Wall Street” los manifestantes fueron desalojados de POPS sin existir una clara regulación sobre este tipo de situaciones. De esa situación nació el grupo de trabajo whOWNSpace coordinado por DSGN AGNC. Su objetivo es cuestionar las reglas, a menudo conflictivas, que rigen estos espacios, proponiendo políticas alternativas, usos y diseños para el espacio que fomenten su uso público.

¿De quién son los espacios libres? – Fuente: whOWNSpace.blogspot.com

En 2013 el Center for Sustainable Urban Regeneration de la Universidad de Tokyo editó el libro “Privately Owned Public Space: The International Perspective”  (que se puede descargar gratuitamente aquí) donde se analizaban las normativas y estructuras que rigen este tipo de espacios en diferentes ciudades: Santiago de Chile, Seattle, Aquisgrán, Bangkok, Hong Kong o Tokio.

Cada punto representa un POPS. La comparación muestra que los POPS en Manhattan están mucho más concentrados que en Tokyo. Fuente: Privately Owned Public Space: The International Perspective.

En la segunda parte de este artículo indagaremos en el caso concreto de la Trump Tower para ejemplificar algunas de las dudas o polémicas más habituales en torno a estos espacios.