Cualquier análisis del presente de las ciudades europeas o españolas y sus tendencias urbanas actuales pasa por situar a éstas en un contexto de crisis que implica globalmente, entre otras cuestiones estructurales a tener en cuenta, el cambio climático de características impredecibles y que exige modificaciones en los modelos energéticos y de consumo, o a la enorme preocupación por el hundimiento de la economía mundial y la crisis de los sistemas financieros y sus consecuencias directas o indirectas sobre los modos de vida urbanos. Este es un momento de gran complejidad que nos hace ser más conscientes de nuestras limitaciones y que anuncia el fin de una etapa de aparente seguridad y el comienzo de otra que se mueve entre lo imprevisible y la incertidumbre.
La crisis es especialmente grave en España debido al modelo económico de años atrás basado en buena medida en la edificación y en la explotación de recursos, especialmente del recurso suelo. Es difícil en este contexto de cambio necesario de rumbo tratar de enfocar algún punto fijo o marco de referencia donde situar un eje básico de cualquier actuación urbana. El escenario que se plantea es muy complejo en donde no hay demasiadas certidumbres y en donde el tiempo y los procesos cobran un especial protagonismo. No obstante esta crisis, como cualquier otra, sirve no sólo para corregir tendencias sino sobre todo para detectar oportunidades. En un momento de grandes cambios y pocas certezas probablemente es cuando se debe producir una mayor demanda de creatividad, innovación y de prospección futura y de anteponer la reflexión a la acción en unos tiempos menos acelerados. continue reading