Hace unos días se publico la entrevista que Euskadi+Innova hizo a Greg Rivera de BIB y a Ricardo_ AMASTÉ, sobre Innovación Social, un concepto tan de moda, que tiene mucho de cortina de humo, pero que también abre posibilidades reales de acción y transformación.
Queremos compartir con nuestros lectores esta interesante entrevista:
La innovación social es un concepto que aunque no es nuevo, ha empezado a escucharse mucho últimamente, ¿qué significa para vosotros?
Ricardo Antón: Para mi son proyectos, cosas, situaciones, que sirven para generar transformaciones o cambios en el ámbito social, entendiéndolo de un modo muy amplio pero que tampoco creo que lo pueda abarcar todo. Tiene algo que ver con la gente y sus formas de vida, con situaciones que se dan en estas relaciones de convivencia. Ahí es donde a mi me gusta centrarla, tratando de alejarla del término innovación relacionado con algo que tiene que traducirse en un producto o servicio de mercado. Yo lo veo como algo que genera, o que intenta generar un cambio, que igual no lo consigue pero a veces ese intento ya es suficiente. Tampoco tengo una definición clara, pero yo siempre intento situarlo en un ámbito que tenga que ver con la acción política, sin llevarlo a una ideología determinada, pero que trata de una transformación que afecta a lo político.
Greg Rivera: Para mi la innovación social no es nada nuevo, tiene 100 mil años o más. Siempre ha estado ahí, cuando hicimos las flechas, cuando repartimos los roles sociales. Es algo muy amplio, lo que pasa es que ahora tiene una visión académica y política, se está aprovechando este momento de transformación en el mundo para despertar con unos nuevos términos y nuevos planes para hacer las cosas. Mucha gente está dormida, y necesita enfoques diferentes, colores, eventos diferentes que les hagan despertar. Puede estar tanto en la agricultura y en la manufactura como en formas de educación.
Pero con este auge de la innovación social desde el ámbito público y privado, ¿no existe el peligro de que pierda significado, como ya pasa muchas veces con el concepto de innovación?
Ricardo: El peligro para mi es total, porque se van vaciando los conceptos. Además, la idea de la innovación sigue surgiendo de lo económico y empresarial. Cuando de alguna manera lo tecnológico se ha ido agotando, se han movido los límites y ahora la siguiente barrera es lo social. A mi me parece interesante jugar en ese terreno de juego, pero también es peligroso porque quienes hablan lo hacen desde una posición de poder, marcadamente económica.
Si hay que hablar de innovación, de corresponsabilidad, de nuevas formas de organización social, entonces lo que hace falta es que quienes están arriba bajen a la altura de los demás para empezar a hablar. Si eso no pasa, todo lo demás es retórica. Parece que de repente todo vale si es innovador, si genera empleo, es una posición muy buenista, de “vamos a arreglar la sociedad a través de la innovación”. Pero para arreglarla, hay que querer hacer las cosas de otra manera, y en general se siguen haciendo desde arriba hacia abajo.
Greg: Antes fue la sociedad del conocimiento, hoy es la de la innovación, y yo creo que el futuro avanzará hacia la sociedad de la consciencia. Pero tiene que nacer de la comunidad para que sea algo válido, con grupos de personas que crean cosas concretas y de forma estable, porque si son proyectos que surgen porque hay dinero, cuando el dinero se vaya la gente también desaparecerá. Hay un movimiento de base que está surgiendo y que es muy activo y no ha de confundirse con programas que llegan porque un ministro o alguien de educación dice que se tiene que hacer.
Desde el InnovaLab, ¿cómo se desarrollan los proyectos?
Greg: Empezamos a trabajar en junio del año pasado, cuando abrimos el primer FabLab de fabricación personal. Allí puedes hacer casi cualquier cosa en el laboratorio, porque no han entrado fondos para usos concretos. Es un laboratorio abierto donde puede venir cualquier persona y trabajar, y eso ha hecho que venga gente que está motivada para hacer cosas. Allí comienzan a formar los modelos, pero de un modo que no es nada estructural, es un sistema donde vemos cómo trabajar según el grupo de personas y avanzamos de forma tranquila. El proyecto evoluciona por ellos, y luego se lo llevan, no por unas pautas que estén prestablecidas.
Ahora trabajamos con un grupo de cuatro muchachos de 14 años que vinieron al laboratorio. Estuvimos hablando con ellos para ver qué querían hacer y a ellos les interesaba mucho el tema de construir estructuras con domos. Se bajaron los planos de Internet, un laboratorio nos pasó un software, y construyeron uno de cartón. Ahora quieren hacer un vivero transparente en el laboratorio para que otras personas puedan plantar. Están aprendiendo de forma creativa a ser arquitectos, ¡con sólo 14 años! Sólo tienes que crear el ambiente y encender la chispa.
Desde Amasté estáis colaborando en el proyecto de Lan Ekintza para crear un centro de Innovación Social en Bolueta, centro dirigido sobre todo a impulsar el emprendizaje.
Ricardo: Estamos dentro de un grupo de trabajo con otras entidades y lo que estamos haciendo es pensar cómo debería ser este centro desde un punto de vista muy abierto para que sea una estructura porosa, que permita que se vayan incorporando otras personas y se generen sinergias. La idea es cómo crear un espacio abierto de innovación social que tenga que ver con la idea del emprendizaje, pero como somos un grupo muy diverso, hay visiones muy diferentes sobre lo que es el emprendizaje, si tienen que ser empresas o si puede ser cualquier persona que tenga iniciativas. También está la reflexión de si las asociaciones o movimientos sociales son o no emprendedores.
Todavía está poco definido, la idea es que empiece a funcionar y ver qué sale de ahí. Habrá un espacio de coworking y formación no tanto reglada ni teórica sino basada en aprender a través de la experiencia, esa es un poco la idea, y sobre todo que sea un espacio muy poroso para que interactúe con el resto del territorio.
¿Qué tipo de proyectos entran?
Ricardo: Se trata de potenciar a gente que ya está haciendo cosas, sean del tipo que sean. A mi por ejemplo me interesa mucho cómo en Bilbao se está empezando a estructurar todo lo que tiene que ver con el decrecimiento. Hay muchos colectivos que están trabajando en esto y sería interesante ver qué relación tiene con la innovación social, que bajo mi punto de vista es mucha, porque plantea un nuevo modelo social más sostenible. ¿Eso va a ser una empresa o no? Pues no sé, y me da igual. También queremos trabajar con los vecinos, recuperar la idea del espacio público y activar procesos de corresponsabilidad.
Hay muchos proyectos de innovación relacionados con lo social, pero parece que van todos por separado ¿no falta un poco de mezcla?
Ricardo: Yo creo que es verdad que somos muy individualistas, salen proyectos que son muy parecidos, y en vez de tender a mezclarse, tienden a buscar los espacios de diferencia para poder hacerlo a parte. Para mi eso es muy poco socialmente innovador, todo el mundo quiere ser la referencia, cuando no somos la referencia de nada si no aprendemos a compartir. Tenemos que aprender a hacer las cosas juntos y a ceder autorías, a que las cosas no tienen por qué ser exactamente como tú quieres, porque sino se diluyen los esfuerzos. Mientras no consigamos trabajar en común, para mi es un poco como la burbuja digital de las punto com, ahora estamos en la burbuja de la innovación social. Cuando explote, se verá quien estaba ahí porque era un ámbito de negocio y había muchas subvenciones, y quien estaba porque realmente quiere hacer algo.
Greg, tu hace poco tiempo que estás viviendo en Bizkaia, ¿qué oportunidades ves?
Greg: Para mi Bilbao es como el Wild Wild West, todo vale, pero el problema está en las reglas para hacer cosas. Cuando nosotros hemos querido salir a la calle a hacer algo, resulta que no puedes porque necesitas unos permisos concretos y sólo durante un tiempo limitado,.. Ahí se pierde toda la espontaneidad. Si hay una lonja abandonada, a lo mejor puedes llegar a un arreglo con el dueño y hacer algo interesante los fines de semana, pero no puedes porque las reglas de la ciudad no te dejan, así que el espacio se queda vacío. Yo estoy apuntado también al grupo Metrópoli 30, y les dije que Bilbao está parado en este sentido y que el cambio tiene que surgir en estos lugares. Tenemos que escribir la legislación y llevarla al Ayuntamiento, que se abran más las calles, que haya músicos y gente haciendo cosas. Pero no ven esa posibilidad, les da miedo. En Boston lo han hecho, grupos sociales han redactado leyes y las han entregado a los políticos, ellos miran a ver si hay algún error a nivel legal, y las aceptan.
Ricardo: Para mi el problema que tenemos es que hay mucho clientelismo con la Administración, la gente va a ofrecerle un producto pensando en que le tiene que gustar. Así es imposible cambiar porque la Administración no es un cliente, los clientes somos nosotros. Tenemos que ofrecerles lo que nosotros queremos que pase, no lo que ellos quieren.
Greg: Ahí entra también el poder hacer lo que quieres. Estamos con un ritmo de trabajo donde sólo tienes un mes al año, que tampoco lo usamos para hacer nada porque lo necesitamos para descansar.
Ricardo: Claro, a mi me gustaría un plan que proponga a la gente hacer lo que quiere hacer. Ni emprendizaje ni nada, ¿tú qué quieres hacer con tu vida? Si haces lo que quieres al final el mundo funciona, pero estamos tan acostumbrados a seguir las rutinas que ya no sabemos lo que queremos, estamos perdiendo la capacidad de desear, y así no puede haber cambio social.
En Bizkaia están en marcha varios proyectos relacionados con la innovación social, un concepto hasta hace poco desconocido que hoy en día está tomando cada vez más protagonismo en los ámbitos públicos y privados. Ricardo Antón es cofundador de Amasté, que se define como una oficina de ideas especializada en procesos de participación, y está colaborando en la creación del nuevo centro de Innovación Social de Lan Ekintza que se abrirá en Bolueta. Greg Rivera ha sido durante años investigador del MIT, y actualmente está al frente del centro InnovaLab en Barakaldo. También está trabajando en la creación de un segundo laboratorio de ideas en Bermeo, dentro del proyecto de DenokInn.
fuente: www.euskadinnova.net
Buenísima entrevista. Algunas de las cosas que dicen las comparto completamente y hasta ahora no las había oído expresar tan claramente.
El último párrafo lo suscribo palabra por palabra.
Lo único que no alcanzo a entender es el título del post. Es irónico, ¿no? Si precisamente de lo que se habla en la entrevista es de que la innovación social va mucho más allá de lo mercantil… es triste que se vea como mero nicho de mercado.