Como comentábamos en el anterior articulo de la columna A+OS, el software libre se está planteando cada vez más como una opción viable y deseable para el trabajo. Sin embargo, entre todos los profesionales parece que los relacionados con la ingeniería, la arquitectura y la construcción seremos los últimos en saltar al software libre, aún por detrás de otros como los diseñadores, los animadores, los ilustradores, etc. ¿Por qué?
En realidad, la primera pregunta debería ser casi la opuesta: ¿Por qué querría un arquitecto usar software libre? Sin embargo, ya se comentaron algunas respuestas en el artículo anterior, así que presupongamos un interés práctico o ideológico, y veamos qué pasa entonces.
¿Puede un estudio de arquitectura aterrizar de pronto en un sistema 100% libre? La respuesta a día de hoy viene a ser, desgraciadamente, que no… salvo que se quiera caer en un extremismo poco operativo. Existen (o se están desarrollando) aplicaciones para prácticamente cualquier necesidad relacionada con la arquitectura o la construcción, pero en muchos casos (el CAD/BIM, por poner un ejemplo paradigmático) su nivel de desarrollo actual las hace claramente incompetentes en el entorno profesional, incapaces de competir en funcionalidades con programas de pago. En funcionalidades, porque en economía e ideología todo proyecto de software libre es líder ya desde el comienzo. Podríamos resumir esto diciendo que la relación calidad/precio es literalmente infinita, pero la calidad considerada de modo separado es aún muy mejorable. Igual que hoy día no hay nada absolutamente ecológico, tampoco lo hay absolutamente libre, al menos para un estudio de arquitectura. Pero lo importante es tender a ello, y no conformarse con la situación actual.
Claro que en un ámbito profesional como el nuestro sería un error intentar hacer un cambio así de forma drástica. La herramienta libre es un ideal, y hay que tender a él en la medida en que se pueda, negociando con todos los demás factores que intervienen en la elección de nuestras herramientas: calidad, compatibilidad, eficacia, eficiencia, etc… y por supuesto el propio sistema económico actual, que favorece que actualmente los más desarrollados sean los productos privativos.
Por la experiencia compartida con otros arquitectos y estudiantes en este proceso de búsqueda, creo que la opción más razonable es un cambio gradual, una actitud mixta que contempla dos cambios solapables: de aplicaciones, y de sistema operativo. Comenzamos buscando programas libres y adecuados (potentes, eficaces, eficientes), especialmente si son multiplataforma. De este modo, podemos empezar a utilizarlos en nuestro sistema operativo inicial y más tarde dar el salto y probarlos sobre Linux, donde ocurrirá nuestra auténtica inmersión en el mundo del software libre, abriendo el campo a multitud de nuevas aplicaciones. Durante ese tiempo posiblemente necesitaremos aún tener los dos sistemas operativos. Si no encontramos programas libres que cumplan lo anterior, entonces recurriremos a programas privativos que funcionen sobre Linux (a ser posible de forma nativa), porque lo que no querremos es que por culpa de una solución aún no alcanzada (p. ej. CAD/BIM libre) tengamos que renunciar a una perfectamente lograda (sistema operativo libre). Una vez funcionando al 100% desde Linux podremos esperar tranquilamente a que se desarrollen los programas que nos faltan o mejor aún, participar de su desarrollo, que es una actividad enormemente gratificante. Con el tiempo, si no hemos perdido de vista nuestro objetivo final, iremos eliminando aplicaciones privativas y sustituyéndolas por otras libres, hasta alcanzar el 100%.
El camino se hace al andar, todo es cuestión de avanzar hacia donde uno cree que debe hacerlo, en la medida en la que uno cree que puede. Soñamos con un CAD/BIM libre, pero mientras tanto, nos bastaría con un CAD/BIM de pago que funcionase directamente sobre Linux. Así que bienvenidos todos los programas profesionales que se animen a entrar en Linux, como está haciendo, por ejemplo, BricsCAD con su versión 9. Probablemente tengan éxito, y lo que es mejor, facilitarán el cambio a Linux, una plataforma de trabajo libre que favorece en sí misma el paso al open source. El resto, el tiempo lo dirá, no es tanto cuestión de software sino de cultura y sistema socioeconómico.
Después de todo esto, ¿se puede decir que hay esperanza de llegar a funcionar 100% con software libre? Depende en gran medida de nosotros, los usuarios: del interés que mostremos, y de nuestra participación activa. Sin embargo, creo que la respuesta es tan positiva para el futuro como negativa o dudosa para la actualidad: el número de profesionales interesados en el tema aumenta rápidamente, y la velocidad de desarrollo experimentada en otros programas libres da pie a suponer la posibilidad de que un programa que hoy no sea más que un par de líneas de código, en unos pocos años se haya puesto a un nivel profesionalmente competente. Y de que muchos lo estaremos esperando.
Artículo escrito por Jorge Toledo
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