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Basuras y residuos. ‘Litter is disgusting, so are those responsible’

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La ciudad de Dublín ha puesto en marcha una agresiva campaña para mantener la vía pública más limpia. Todas las papeleras muestran un cartel con el mensaje ‘La basura es desagradable, como lo son sus responsables’. Esta acción pretende sensibilizar a los ciudadanos frente a la falta de respeto por el espacio público y la generación de suciedad en el mismo.

También en Dublín las basuras y residuos originados a título particular y depositados en la vía pública para su recogida deben estar identificados con etiquetas de código de barras. Las bolsas llevan adherida una pegatina identificativa; la basura, por así decirlo, tiene nombre y apellidos, dejando de ser un acto anónimo y convirtiéndose en una acción más transparente: se sabe quién la deposita, qué deposita, si recicla o no, etc…

En la ciudad de Madrid se detecta un alto porcentaje de ‘errores’ en la separación de residuos en origen. Los residuos urbanos generados en Madrid son tratados en el Parque Tecnológico de Valdemingómez. Allí, mediante un muestreo, se caracterizan las bolsas de restos orgánicos y de envases lo que permite determinar la naturaleza y porcentaje de las fracciones correcta e incorrectamente separadas por los ciudadanos. Según su la presencia de residuos distintos a los que debían aparecer en la bolsa de restos representa todavía el 44,24%, y un promedio del 38,05% de contenido no apropiado en la bolsa amarilla. Estos datos revelan que, aunque ha mejorado la separación en origen con respecto a 2007 (42,95% y 44,93% respectivamente), todavía queda mucho por hacer en materia de sensibilización y concienciación.



Observando la cadena de gestión y tratamiento de residuos podemos concluir que los procesos de transporte y gestión final en el Parque Tecnológico de Valdemingómez tienen una buena calidad comparada con los servicios ofrecidos en otras ciudades europeas. En Madrid la recogida de basuras es diaria siendo en otras capitales cada dos, tres días o incluso de frecuencia semanal y en los últimos años se ha realizado un esfuerzo por pasar de un modelo vertedero a un modelo de tratamiento contando en la actualidad con plantas de biometanización, capaces de transformar los residuos orgánicos en biogás y, posteriormente en energía eléctrica y/o combustible.

El gran reto sigue siendo la reducción sustancial de la cantidad de residuos generados por persona en la región, actualmente a la cabeza de España con 4.349 toneladas diarias de desechos y una tasa anual por habitante de 490 kg.

Con estos datos, ¿cómo se puede mejorar el sistema?, ¿qué puede hacer la Administración? ¿qué podemos hacer los ciudadanos?, ¿es conveniente identificar la basura como en otras muchas ciudades y penalizar un acto irresponsable?.

Estas son algunas propuestas concretas:

– El ciudadano debe estar mejor informado para sentirse involucrado y parte imprescindible del proceso de reciclaje. Todavía parte de la población –como demuestran las cifras- desconoce y/o desconfía del sistema, ignorando que su contribución es de vital importancia. Es necesario hacer más patente que los residuos son recursos, pudiendo para ello utilizar los medios de comunicación públicos para mostrar estos procesos (documentales, informativos, etc.).

– Según la el tratamiento de residuos le costó a la capital 29.841.261 €. Es necesario hacer más visible y transparente el coste económico de la gestión de residuos y su repercusión: ¿cuánto se ahorraría la ciudad anualmente mejorando la separación en origen?, ¿a qué se podría destinar ese nuevo presupuesto disponible?, ¿cuales son los distritos que más y mejor reciclan?, ¿se pueden beneficiar de ello? La implantación de políticas de control sobre la procedencia de las basuras -en otras ciudades europeas se utilizan sistemas de código de barras- para enfatizar la responsabilidad ciudadana en la generación de residuos puede tener como finalidad no exclusivamente la imposición de una multa, sino por el contrario la concesión de un premio. Aquellas comunidades o distritos que generen menor cantidad de residuos, mejor separen, etc…podrían obtener ayudas para mejorar sus comunidades, una reducción en el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles, etc.. transmitiendo de esta manera un mensaje positivo que en otras ciudades ha tenido efectos reales (como es el caso de Zaragoza y sus políticas de reducción del consumo de agua).

– Es necesario insistir en la primera R: Reducir. El fomento del intercambio, la donación o los programas de gestión vecinal, etc…no va en contra de la economía; sino por el contrario genera un mayor compromiso ciudadano, una ciudadanía más activa y participativa. Del mismo modo que el reciclaje se ha institucionalizado deberían crearse programas análogos sobre reutilización. Actualmente existe en Madrid un sistema de recogida de voluminosos por barrios. Este sistema por un lado resuelve un problema evitando la presencia de basura de gran tamaño en la calle; pero por otro genera gran cantidad de residuos en los vertederos. Gran parte del material desechado por los ciudadanos aún es útil y podría desempeñar una función entre los grupos con menos recursos. En algunas ciudades existen asociaciones que gestionan la recogida de voluminosos para su posterior reparación en talleres mediante programas de reinserción social, dotando a esos objetos de una nueva utilidad. Este tipo de iniciativas permiten reducir los residuos, reutilizar toneladas de objetos útiles y desempeñar una función social.

– Es fundamental reducir la cantidad de envases y embalajes o utilizar los de menor impacto ambiental. Al igual que uno compra un electrodoméstico conociendo su categoría energética A, B o C, los embalajes deben clasificarse para que el consumidor tenga una mayor capacidad de decisión y pueda optar entre las distintas opciones que se le plantean: comprar una lata metálica de judías, un frasco de vidrio de judías, unas judías envasadas en aluminio y cartón, o envasadas al vacío en plástico, etc…; conociendo la repercusión medioambiental de su decisión a partir de la información sobre el ACV (Análisis del Ciclo de Vida) considerando tanto el proceso de producción como el de reciclaje de esos materiales: un kg. de vidrio, un kg. de plástico, de aluminio, etc.

– La Administración debe actuar mediante la implantación de decretos o normativas específicas e involucrar a la industria. Por ejemplo se podría incentivar a aquellas empresas que desarrollen productos o sistemas de comercialización que generan menos residuos (embalaje) y crear tasas a los modelos más contaminantes que sirvieran como mecanismo disuasorio de prácticas poco deseables. Estas tasas permitirían financiar programas de ayuda para aquellas empresas que adopten los nuevos modelos. Es posible fomentar una actitud más consciente e implicada entre las empresas sin que esto tenga un efecto negativo en el consumo. Mediante ayudas, subvenciones y la creación de sellos de calidad podemos trabajar para obtener productos menos contaminantes y generar una nueva cultura vinculada a la R de Reducción.

Este articulo ha sido escrito por Belinda Tato para el blog “La Ciudad Viva“, una iniciativa de la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía.

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