Últimamente, sea por necesidad de reforma o por necesidad de abastecimiento de la población de los nuevos ensanches de la capital, el ayuntamiento de Madrid invierte en la construcción de nuevos mercados suburbanos (véase el mercado de Sanchinaro) y en mercados en el centro de Madrid, como el de Barceló y el Mercado de Frutas y Verduras (por los cuales se ha convocado y fallado los correspondientes concursos de arquitectura regulados por el colegio de arquitectos de Madrid). Otros mercados, como en la imagen, el mercado de san Antón en el céntrico barrio de Chueca, sufren de una compra salvaje por el grupo de El Corte Inglés, y recortan los puestos de mercado a favor de un supermercado. O se añaden plantas especulativas con vivienda.
Los mercados tradicionales o los más “delicatessen” son espacios que dan vida y color a los barrios, frente a la homogeinidad de las cadenas de supermercados. Estos lugares están regentados por profesionales expertos en los alimentos que venden, que se levantan a las tres de la mañana para elegir el mejor producto en Mercamadrid y siempre te indican la mejor manera de prepararlo.
Aunque esta información no es nueva, si que me choca, en la imagen, la falta de cariño a la hora de diseñar un edificio de tal importancia en el barrio de Chueca.