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Ciudades para jugar

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En una ciudad donde el ciudadano adulto se erige como referente del cambio y el coche como adalid de la planificación urbana, en una ciudad donde los protocolos de desarrollo están claramente liderados por el crecimiento económico, en una ciudad como la ciudad actual, no se puede jugar.

Las ciudades, encauzadas a dar soluciones únicas, tienden a homogeneizar el espacio público, obviando la variedad de comportamientos, el cambio constante, la flexibilidad necesaria para adaptarse a las nuevas formas de habitar y la necesidad de facilitar y no condicionar el uso y disfrute de la ciudad.

Los avances en las tecnologías, la modernización de los medios de transporte y los nuevos comportamientos, son ejemplos de la extensa variedad que, cada vez más, caracteriza a las ciudades. Pero en demasiadas ocasiones parecemos dirigirnos hacia un único modelo exento de esa riqueza, en detrimento incluso, de muchos valores antes presentes.

Según este extracto de la revista Métode, “La complejidad de la sociedad, la fragmentación cultural, la libertad individual, la presencia de grupos con deseos y pretensiones muy diferentes, la globalización de la economía aún hacen más difícil responder de forma unidimensional a la cuestión de la ciudad ideal. La ciudad soñada, sí, pero ¿para quién o para qué?” [Josep Vicent Boira Maiques, Universidad de Valencia]

Apartándonos del debate sin fin sobre el significado de ciudad, algo que podemos afirmar es que es el resultado de las necesidades de sus habitantes. Y por ello mismo, ésta debe estar a su servicio en lugar de condicionarlos sobre cómo se puede o se tiene que hacer uso de ella.

Los habitantes necesitan un lugar de encuentro, de intercambio de experiencias y de conexión entre personas. Y, por qué no, tener donde jugar. En general una labor cada día más difícil, abocados como estamos a homogeneizar el espacio público, creyendo que existe una solución universal con la que dar carpetazo al asunto cada vez que no sabemos por dónde seguir.

En este punto, nos preguntamos entre otras cosas, si las ciudades están pensadas “también” para los niños. O si los niños están preparados y concienciados con la ciudad. El debate de la ciudad suele enfocarse desde otros muchos temas, pero considero este indicador imprescindible para garantizar algo mejor.

La ciudad de los niños

Francesco Tonucci, pensador y pedagogo, puso en marcha este proyecto hacia 1991. Una investigación centrada en los niños como referente. Donde además se les da voz para, entre todos, crear ciudad y concebirla de manera diferente. Comenzó en Italia, pero posteriormente fue teniendo tan amplia difusión, que se extendió con exitosas iniciativas por otros lugares del mundo.

Un ejemplo enfocado en la movilidad es el Camino Escolar . Cada vez más ciudades se unen a esta actividad que facilita un entorno urbano adecuado para que los niños puedan desenvolverse en sus barrios y ciudades. Aprenden a manejarse en la ciudad y a la vez obtienen la independencia.

Ir caminando al cole es un lujo, a veces escaso. Pero con estas rutas seguras no sólo se obtiene una movilidad más sostenible, sino una vida urbana más sociable, la de recuperar la vida en la calle, y disfrutar de un verdadero espacio público.


Fotos y consultas:

Entrevista Francesco Tonucci, La Ciudad de los Niños.

http://w3.bcn.es

http://caminoescolar.blogspot.com/

Espacios compartidos

El proyecto Shared-Space, puesto en práctica en diversas ciudades europeas, establece áreas libres de señales, espacios compartidos por peatones, vehículos, ciclistas, etc… donde la responsabilidad de ceder el paso, regular la velocidad o parar, recae sobre las personas, sin ninguna tecnología de por medio, simplemente prestando más atención.

La importancia que el coche ha adquirido en nuestra sociedad, condicionando las decisiones estructurales y funcionales de la ciudad, se ve aquí relegada por las personas, que toman el mando y se auto organizan con perfecta fluidez.

Fotos y consultas:

http://www.nbr.co.nz/article/auckland-new-copenhagen-102761

http://streetswiki.wikispaces.com/

Niños y arquitectura

Existe en Finlandia una escuela que enseña a los más pequeños a entender la arquitectura, es decir, el entorno construido, y por lo tanto también la ciudad. Arkki, la Escuela de Arquitectura para niños y jóvenes fue fundada, entre otros, por Pihla Meri-Tuuli Meskanen, arquitecta y pedagoga, a cuya conferencia hace unos meses tuvimos ocasión de asistir.

El objetivo principal es desarrollar la capacidad de los niños de percibir y entender su entorno construido. Cuando sean ciudadanos adultos, podrán participar de manera efectiva en la producción de una arquitectura de alta calidad, humana, sostenible y respetuosa.

Los niños participan en talleres, cursos, e incluso campamentos de verano en un entorno natural increíble que envidiamos los que hemos tenido las cuatro paredes del aula convencional. De esta divertida manera, toman parte de forma activa en la planificación, diseño y construcción de manera que en el futuro, sea cual sea su profesión, puedan implicarse y evaluar críticamente el desarrollo de sus ciudades.

Fotos y consultas:

Arkki http://www.arkki.nu

Flickr http://www.flickr.com/photos/sami_oinonen

Esta implicación en el entorno para su transformación y mejora, la tenemos en ejemplos cercanos como el de los solares vacíos de Zaragoza. Estonoesunsolar es una iniciativa impulsada por Patrizia di Monte y por el esfuerzo de mucha otra gente animada a recuperar para la ciudad distintos solares, antes sin uso, que ahora han despertado una nueva y variada actividad. Desde espacios deportivos, de juego, huertos urbanos, o simplemente lugares de descanso, todos contribuyen a aumentar la calidad de vida de los que los disfrutan.

Estonoesunsolar, Zaragoza.

La ciudad actual ha renunciado demasiadas veces al espacio compartido, común y legítimo de los ciudadanos. Es necesario tener un lugar de intercambio, donde compartir experiencias. Una ciudad más lenta. Es necesario un trueque enriquecedor e impulsador del cambio. Mirar el futuro del desarrollo con los niños como brújula.

No podemos definir exactamente la ciudad ideal, puesto que es algo muy distinto según para qué o quien, pero la mejora del espacio público es una inversión a largo plazo y una cosa sí está clara, el listón de la felicidad urbana es alto pero no inalcanzable.

Desde cómo aprendemos a hablar, a escribir o a conducir, hasta por qué se revuelve nuestro interior cuando vemos el sufrimiento de otra persona… siempre están detrás las neuronas espejo, uno de los grandes descubrimientos de las últimas dos décadas. Podríamos verlas como una red invisible que une a todos los seres humanos entre ellos y con sus predecesores, al permitir la conexión entre las mentes y la transmisión de conocimiento y cultura mediante el aprendizaje.”

[Eduardo Punset, Redes para la Ciencia]

Este articulo ha sido escrito por Luisa Zancada para el blog “La Ciudad Viva“, una iniciativa de la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía.

Puedes leer todos nuestros articulos directamente como colaboradores de La Ciudad Viva aquí.

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