Comments: (0)

Píldoras para el miedo

Category: ⚐ ES+espacio público+LCV+urban social design

Durante las pasadas semanas, en Madrid se ha discutido sobre la regulación de la música callejera. La propuesta de ley, impulsada por la Delegación de Medioambiente y respaldada por un buen número de asociaciones vecinales, se dirigía a la disminución de las molestias generadas por una de las más tradicionales prácticas de libre expresión urbanas.

Podemos considerar el episodio como otra manifestación de una tendencia de las ciudades a la “planificación total” de las actividades y los usos: la socialización tiene lugar en bares, el deporte en polideportivos, el ocio dominguero en parques etcétera.

Los espacios de vida se especializan hasta ser monotemáticos, y a raíz de esto la calle se queda afuera.

Manuel Delgado constata:

“[…] Se entiende que dentro [de los edificios N.d.A.] rigen principios de convivencia basados en un pacto de franqueza y previsibilidad. En la instancia social estructurada que ese dentro suele albergar se registran relaciones estabilizadas, como las que vinculan entre sí, por ejemplo, al empleado con su jefe o, en el máximo nivel de privacidad interpersonal, al marido con su esposa. Dentro, tras las puertas y las paredes construidas, bajo techo, se encuentran las sedes de las diferente instituciones primarias, en cuyo seno uno reconoce y ve reconocido su puesto en un organigrama de puntos más bien fijos.[…]

En cambio, el afuera se asocia al espacio no construido y, por tanto, no habitable, vasta comarca en que tienen sede formas de organización social inestables. la calle y la plaza son los afueras por excelencia, donde, al aire libre, tiene lugar una actividad poco anclada, en la que la casualidad y la indeterminación juegan un papel importante. […]

El adentro tiene límites, por el contrario, el afuera es paisaje ilimitado en que no vive apenas nadie y por el que lo único que cabe hacer es deslizarse.”

En un avanzado proceso de expoliación de las funciones sociales del espacio público y de transformación del afuera en lo que Bauman define como espacio émico o fágico los bancos y los asientos son el primer obstáculo. Se oponen al tránsito, favorecen el encuentro, se usan para el reposo y el ocio.

Citando a Steven Flusty, Bauman afirma que la ciudad contemporánea usa medios arquitectónicos que son versiones técnicamente actualizadas de las murallas y las torres medievales, necesarios para defender unos ciudadanos de otros a los que se atribuye el estatus de enemigos.

Flusty evidencia tipologías que nos deberían resultar familiares: el espacio erizado, defendido por elementos que impiden sentarse y que no puede ocuparse cómodamente, o el espacio nervioso, que no se puede usar sin ser observados por organismos de control.

Estos medios vacían gradualmente el espacio público de su sentido más profundo, bajo un pacto social que, en muchas ocasiones, es compartido por los ciudadanos.

Sin embargo la sociedad necesita habitar el afuera.

Según Rebecca Solnit sólo los ciudadanos que tienen familiaridad con su ciudad como territorio práctico pueden ser capaces de ejercer un verdadero control social. Cuando se limita el derecho de reunirse quitando los bancos de una plaza, fomentando el uso del coche o con una ley antibotellón, en realidad se está eliminando el público mismo: el individuo deja de ser un ciudadano capaz de actuar en comunidad.

En este espacio vaciado de usos sociales queda la paranoia urbana basada en el miedo a las diferencias, y sobre todo al ejercicio de las diferencias, cuyos protagonistas son marginales, extranjeros e individuos peligrosos en general.

Por otro lado, queda la sumisión total del espacio público al hiperconsumo, que como afirma Carlos Taibo es antes un indicador de malestar que una fuente de felicidad.

Banco Guerrilla

En el 2008, en Valparaíso (Chile) en la vigilia de una importante manifestación, todo el mobiliario del centro de la ciudad fue desinstalado para que no fuese usado como arma o para formar barricadas.

En nuestras ciudades también los bancos pueden ser hoy las trincheras en las que se combate la guerrilla entre un espacio cuyos usos son totalmente planificados y la libre determinación por parte de los usuarios. El mobiliario urbano es la primera interfaz para el sistema operativo urbano, la herramienta material para el ejercicio de la ciudadanía en todos sus sentidos.

De estas premisas se desarrolla el proyecto “Banco Guerrilla” del colectivo Todo por la Praxis:

“Este proyecto reflexiona sobre la importancia del mobiliario como articulador de dinámicas sociales más allá de las puramente consumistas. Por lo que se plantea una metodología de working progress, donde haya espacio de experimentación y reflexión.

El punto de partida será el trabajo desarrollado en talleres que se desarrollen en diferentes solares de Madrid, este contexto nos permite establecer unas condiciones abiertas para la experimentación tanto en lo formal como lo constructivo.

Una de las condiciones auto-impuestas es tener como premisa una ejecución de bajo coste y de fácil montaje. Se plantea la realización de bancos como punto de partida que se construyen a través de la reutilización y reciclaje de otros objetos de mobiliario urbano, como señales de trafico , cubos de basura o la utilización de material de andamiaje y obra como bidones de agua etc. Mediante sencillas intervenciones se plantea la transformación de estos elementos en objetos de mobiliario urbano.”

Interviniendo sobre la “interfaz” y las “periféricas” de nuestras plug-in cities, es posible resignificar una metrópolis entera, aunque la ciudad de hoy no sea una cancha abierta donde cualquier jugador puede legitimarse con el trabajo.

Para toda una generación de jóvenes arquitectos, urbanistas, artistas y activistas de vario género, intervenir sobre la estructura de la ciudad global es imposible.

Estos actores, que quieren ser protagonistas del cambio, se mueven en una capa superestructural, jugando un papel de hackers y cambiando, a través de pequeñas intervenciones, el paisaje urbano de forma sutil y paciente.

El espacio público es lugar de trabajo de estos colectivos, la guerrilla y las intervenciones en píldora su metodología, otra ciudad su objetivo.

Texto escrito por Massimiliano Casu para Ecosistema Urbano, y previamente publicado en el blog de La Ciudad Viva – Fotos: Todo por la Praxis

Referencias

Z. Bauman – City Of Fears, City Of Hopes – http://cms.gold.ac.uk/media/city.pdf
R. Solnit – Wanderlust: A History of Walking, Penguin Books, 2001
M. Delgado – Sociedades movedizas, Editorial Anagrama, 2007
Todo por la Praxis – http://www.todoporlapraxis.es/
Blog de Maximiliano Casu – http://50tav3nt0.wordpress.com/

Comments: (0)

Learning from las casetas: una ultra-vanguardia sudamericana

Category: ⚐ ES+creatividad+urbanismo

Axioma

Los métodos que permiten el análisis de un sistema urbano se basan tradicionalmente en abstracciones bidimensionales, como planos de zonificación o mapas temáticos. El tejido social urbano, según las categorías del Marxismo más ortodoxo se limita a un hilo monodimensional.
Al revés, en nuestro mundo las dimensiones se multiplican constantemente.

¿En una ciudad en hervor, este tipo de categorías de análisis permite la identificación y la comprensión de fenómenos que nacen, evolucionan y desaparecen como burbujas?

Hipótesis

Reflexionar según categorías diferentes nos ayuda a comprender las relaciones que se desarrollan en los espacios urbanos entre elementos con distinta materialidad y temporalidad, más o menos evolutivos y procedentes de distintos procesos sociales.

Descomponer la ciudad en capas superpuestas, no solo permite observar las características de cada estrato de forma aislada. Hace posible centrarse en las zonas de interacción entre capas estudiando los efectos que una tiene sobre la otra y cual es el nivel de mutua dependencia.

Este texto quiere constituir unos primeros apuntes para un manifiesto a posteriori de una capa intersticial entre la ciudad de hormigón y la sociedad líquida. Un puente que conecta esas dos dimensiones, y que en el continente sudamericano lleva años en apogeo.

Fenomenología de la caseta

Una caseta es un puesto de venta de productos o servicios de construcción y gestión espontánea. En gran parte de las ciudades de América Latina, ninguna calle central es inmune a su febril proliferación. Su oferta comercial abarca cualquier necesidad de la ciudadanía, a partir de la venta de comida hasta libros, electrónica, tatuajes o servicios de asesoría burocrática.

En una caseta, forma y función representan una perfecta unidad, expresada con síntesis formal rigurosa. Una lona plana protege del sol, un caballete metálico sostiene la carpa, una mesa es el soporte para los productos. Cada parte representa la materialización de una función o de un flujo de fuerzas.

Durante el día la cubierta de la caseta se mueve en oposición al sol. La relación entre fuerzas generadoras y formas es transparente como en un embrión de arquitectura paramétrica.

Los puestos de venta informal enseñan ejemplos de hibridación compositiva y matérica. Reciclan objetos, los decontextualizan, los desemantizan. Hacen que la materia y el espacio vuelvan a su valor de uso.

Al cesar de su día laboral la caseta se dobla, se compacta y en muchos casos se desmonta. Fuera del desarrollo de su función se vuelve un elemento discreto o nulo, en mímesis total con el ambiente urbano. Al lado de otras genera interacciones fructuosas y dinámicas formales y funcionales de tipo fractal.

La ciudad, invadida por miles de objetos vibrantes se convierte en un espacio evolutivo, mutable, en un ecosistema caótico en el que flujos intangibles hacen que cambie constantemente de forma. Se convierte en un sistema multilayer, en la que capas distintas se superponen deslizando la una sobre la otra. Una ciudad-hardware en la que se instalan, como periféricas, actividades capaces de encontrar invisibles puertos.

Las casetas se infiltran en la estructura de la urbe y viven en simbiosis con ella. Inventan nuevos usos para los espacios, resignifican las zonas en las que intervienen constituyéndose como atractores de flujos e impulsores de apropiación ciudadana.

Aplicaciones:

Las casetas se pueden constituir como mediadores en el conflicto entre sociedad y ciudad impuesta por el poder público. Cuando la producción de espacios se centraliza, estas intervenciones forman un estrato autoproducido que, muy lejos de enfrentarse a los productos del poder central, facilita su asimilación impulsando la apropiación social del espacio, la producción colectiva y el encuentro.

Por el carácter práctico que la distingue, estas capas de microarquitecturas entre estructuras y superestructura son capaces de adaptarse al contexto según los recursos disponibles. Esto favorece un desarrollo urbano sostenible no solo por el uso de materiales reciclados, sino también porque fomenta una práctica de reciclaje del espacio. Lo residual es el habitat de las casetas. Estas intervienen en los vacíos urbanos otorgándoles valor, se someten diariamente al control social y se adaptan a los cambios de condiciones del contexto.

Para aclarar las posibles aplicaciones de estos principios en Europa, es útil citar dos proyectos de escala muy distinta.

El primero es el Air Tree Commons de Ecosistema Urbano proyectado para Expo Shangai. Un espacio público que reinterpreta la plaza pública renacentista o el sagrato de las iglesias, impulsando y ordenando el uso colectivo de un edificio. La estructura se comporta como un catalizador de relaciones sociales, y cumple con esta función, como las casetas sudamericanas, simplemente respondiendo a alguna necesidad básica de los usuarios.

El segundo proyecto, menos conocido pero extremadamente interesante, es el Chair Sharing de los italianos Snark. El proyecto define un sistema de asientos móviles inspirados en el Bike Sharing, que el usuario puede llevar consigo y usar donde quiere dentro de la ciudad. Las sillas del Chair Sharing ofrecen una conexión wi-fi y la posibilidad de convertir cualquier rincón en un espacio de ocio, trabajo o socialización. En este caso hablamos de una extraordinaria herramienta para la autoproducción de espacios públicos. Gracias a una nueva concepción de la idea de mobiliario urbano centrada en lo provisional y en lo evolutivo, este elemento se desvincula de las estructuras cristalizadas de la ciudad posicionándose en un layer paralelo a ellas.

En ese territorio híbrido, entre la materialidad de las construcciones y la liquidez de la sociedad, tendremos que operar en futuro como profesionales y ciudadanos.

Fotos: Emilie Perdaens

Referencias

Blog de Massimiliano Casu – http://50tav3nt0.wordpress.com/

Cairsharing -Snark – http://www.snarkive.eu/?p=13

Air Tree Commons – Ecosistema Urbano https://ecosistemaurbano.org/castellano/air-tree-commons-descarga-copia-modifica-y-comparte/

Post It Cities – http://www.ciutatsocasionals.net/

La Wallunka, revista cultural – http://www.lawallunka.com

Escrito por Massimiliano Casu (@mass1miliano) para Ecosistema Urbano en blog de La Ciudad Viva.