Existe hoy en día toda una legión de aventureros, buscadores de reliquias arquitectónicas en desuso, que se adentran en las más ruinosas y a la vez increíbles instalaciones para recorrerlas y fotografiarlas. Sus incursiones no pasarían de simple travesura para su propio disfrute, si no fuera por el posterior legado que nos ofrecen a partir de toda la documentación gráfica recabada.
Civiles, religiosos, militares, urbanos, rurales, fábricas, palacios, cárceles, sanatorios, estaciones… pero en definitiva, todos son rincones olvidados. Lugares prohibidos, ahora colonizados por plantas trepadoras y “trepadores” que se adentran a fotografiarlos con la premisa común de dejarlos tal y como estaban.
Frente al vandalismo y el saqueo, estos exploradores consiguen llamar la atención sobre unos objetos dignos de conservar. La figura jurídica de protección de Bienes de interés cultural (BIC), y el Inventario que recoge todos los bienes muebles e inmuebles declarados como tal, consiguen que se mantengan y conserven numerosas propiedades. Pero existen también otras tantas que, aunque quizás no reúnan las condiciones necesarias para tal protección, tienen un valor que las haría merecedoras, cuanto menos, de aparecer catalogadas de alguna manera.
Reunir la información sobre estos lugares abandonados sería el primer paso para después considerar, en sus distintos grados, el inmenso potencial que presentan y que actualmente está tan desaprovechado. Bien, como piezas recuperadas para la ciudad, bien como enclaves únicos en un tejido rural.
Páginas como “los lugares olvidados” sacan del baúl numerosos y atractivos ejemplos como el Club Alpino Guadarrama, testigo del paso del tiempo en el puerto de Navacerrada. La fábrica de chocolates Herranz o la bella estación de Canfranc, son retratados en “abandonalia”. Y podemos continuar descubriendo lo mismo en otros países, desde forbidden-places, edificia abbandonati o urban travel.
Club alpino Guadarrama y base rusa de blindados
Fábrica de chocolates Herranz y Estación de Canfranc
Fotos: los lugares olvidados y abandonalia
Antigua estación del Norte
Uno de estos hallazgos urbanos que pasa casi desapercibido se encuentra en pleno centro de Madrid. Se trata del edificio principal de la antigua Estación del Norte, más conocida hoy en día como Príncipe Pío. Aunque hoy su servicio ha quedado relegado a un segundo plano como estación de cercanías, fue en su día cabecera de una de las líneas de comunicación más importante con el Norte de España, la línea General del Norte que unía Madrid con Irún.
En 1882 se inauguró la primera parte, obra de los ingenieros franceses Biarez, Grasset y Ouliac, y que también dieron nombre al puente que un poco más arriba cruza el Manzanares. El edificio principal, que se hizo esperar hasta 1928, acogió la zona de salida de viajeros. Se cerraba así la estación por el lado sureste con esta pieza de arquitectura para la que hoy se ha parado el tiempo.
Abandono, cochambre, suciedad, abocado a la ruina, desperdicio. Son algunas de las palabras que vienen a la mente al descubrir el estado de lo que podría ser un magnífico lugar. Entre ADIF, la constructora, la compañía de musicales y la SGAE, la pelota del despropósito va pasando de mano en mano y de pleito en pleito. Mientras, el edificio se cae.
Aunque parte de la instalación ferroviaria tuvo la suerte de ser reconvertida en lo que podemos ver hoy en día, para el edificio principal existía un proyecto de convertirlo en Centro de Artes Escénicas, y se quedó en simple proyecto. A día de hoy, sigue en el olvido y sólo nos queda mostrar las geniales imágenes robadas de su interior, como ventanas indiscretas que pudieran despertar algún interés por su rescate.
Vestíbulo principal y cúpula este
Escaleras hacia los andenes y cubierta de cerchas metálicas
Fotos y consultas: http://abandonalia.blogspot.com
La catedral de las nuevas tecnologías
Es otro de los nombres con el se conoce este icono de la arquitectura industrial, antigua fábrica de ascensores Boetticher situado en el barrio de Villaverde. Aunque al parecer no pertenece la autoría de la obra a Eduardo Torroja como se creía, es un claro ejemplo digno de conservar, y por lo visto está encaminado hacia ello.
Esta basilical estructura de hormigón de los años 40, a diferencia de las demás, tiene la suerte de estar protegida como Bien de Interés Cultural (BIC), lo que ha llevado a poner en marcha su restauración. La nave de 140 metros por 42, encierra bajo sus inmensas bóvedas un lugar impresionante atravesado por la luz de grandes lucernarios.
Todas estas condiciones son aprovechadas y puestas en relieve en el proyecto que la convertirá en Centro de Nuevas Tecnologías. Un catalizador urbano que puede mejorar enormemente la calidad de su entorno. El proyecto, a cargo de los equipos de arquitectos Churtichaga , Lizasoáin, Brülisauer y Doncel, comprende un programa muy variado siendo su principal destinatario el ciudadano.
El Museo de nuevas tecnologías expondrá lo que se hace y podrá hacer con ellas. Domótica, robótica y biotecnología tendrán un gran impacto y múltiples aplicaciones en la vida cotidiana, la salud o las comunicaciones.
En la factoría de innovación se dará espacio y apoyo a las nuevas iniciativas e ideas para empresarios emprendedores. Un escaparate para sus ideas abierto a la ciudad, que partiendo de la torre y calle interior proyectadas, acogerán eventos al aire libre, exposición y muestras. En definitiva, un potente espacio público al servicio de las personas, del barrio y de la ciudad.
Todo esto acompañado de lugares para la formación, divulgación y talleres, y apoyado por interesantes iniciativas como el punto de reciclaje de equipos electrónicos, dará seguramente lugar a un apreciable elemento urbano que salvará además de la ruina una valiosa construcción.
Centro de Nuevas Tecnologías en la antigua fábrica de Boetticher. Churtichaga y Lizasoáin
Fotos y consultas: http://urbanity.blogsome.com, http://errantediario.blogspot.com/
Es destacable, desde mi punto de vista, la vasta documentación que los exploradores urbanos recopilan sobre todo aquello abocado a la ruina y al olvido, de lo que aquí he intentado mostraros un pequeño atisbo. Iniciativas como la creación de la base Merimee en Francia que recopila todo el patrimonio arquitectónico reservando una parte al industrial, serían un buen ejemplo a seguir aquí, un comienzo para por lo menos conocerlo y clasificarlo.
Es necesario también dinamizar y crear focos de actividad en barrios de nueva construcción, pero puede que estemos desaprovechando así la oportunidad de hacer un centro urbano más atractivo para vivir y de salvar también el recuerdo de un patrimonio que pertenece a la historia de nuestras ciudades y sus ciudadanos.
Este articulo ha sido escrito por Luisa Zancada para el blog “La Ciudad Viva“, una iniciativa de la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía.
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