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A+OS: Software libre y software privativo: ¿Quién conquista a quién?

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Como comentamos en un artículo anterior, se podría decir que existe un término medio entre usar software libre y software privativo, un punto de transición y convivencia al que se agarran los estudios de arquitectura que están intentando dar el salto. Una cosa es el software, y otra la plataforma sobre la que funciona, y pueden llegar a considerarse de forma independiente… o no. Veamos algunos argumentos.

Efectivamente, existe una tendencia muy beneficiosa en el mundo del código abierto, y es que su desarrollo no va ligado de forma absoluta al de Linux. Muchos de los programas libres son además multiplataforma, llegando a funcionar en los tres sistemas operativos dominantes y en algunos otros más como Solaris o FreeBSD. Esto permite “ensayar” el paso al software libre sin renunciar a otros programas que sólo funcionan en Windows o Mac. Por tanto, ayuda a su distribución y popularización en diferentes entornos.

Sin embargo, existe también la tendencia opuesta: muchos programas privativos comienzan a tener versión para Linux, de forma que se puede mantener esa mezcla ya desde “el otro lado”. Naturalmente, esta otra postura tiene puntos discutibles. Una clara ventaja es obviamente la de poder usar Linux, y por tanto tener acceso inmediato a una enorme cantidad de programas libres que pasarían a ser mayoría en nuestro sistema. Sin embargo, también genera dudas: ¿Usar programas de pago sobre un sistema operativo libre? Hay dos argumentos casi opuestos en contra de esta opción.

Por un lado, algunos aducen que no funcionará comercialmente: el usuario de Linux, acostumbrado a no pagar por unos programas, evitará hacerlo por otros. Bien: no sé si los que dicen eso conocen realmente al usuario convencido (no casual) del software libre. No es que esté acostumbrado a no pagar: está acostumbrado a usar programas de acuerdo con una filosofía diferente que le hace sentir mejor. El hecho de que los usuarios sean también partidarios convencidos del SL ha mantenido hasta hoy bastante “puro” ese ámbito de la informática, de modo que hoy día en un ordenador cualquiera con Linux lo más probable es que no encontremos más que dos o tres aplicaciones privativas, generalmente drivers, visores o códecs empleados por pura necesidad. Apenas un 1-2% del total de paquetes de software instalados. Un usuario convencido del SL está dispuesto, incluso, a donar dinero para apoyar proyectos que le interesan, lo cual creo que puede hacerse extensivo y decir que está dispuesto a pagar por un programa que le permita hacer su trabajo sin renunciar a todo sus demás programas libres, es decir, sin salir de Linux. El usuario convencido del SL está demasiado acostumbrado a la legalidad, o mejor aún, a la honestidad. Aportará voluntariamente lo que pueda (algo de dinero, pero sobre todo tiempo, aptitudes y conocimientos) para sostener algo que tan buen papel le hace.

Esto es difícil de comprender por el resto de los usuarios porque la losa del software privativo, pesando sobre una creciente idea de libertad mal interpretada, ha provocado la aparición de una destructiva cultura del keygen. Un usuario acostumbrado a tener gratis (y “compartir”) programas de alta calidad no contemplaría pagar por ellos, ni probablemente tampoco el uso de programas libres supuestamente menos eficaces. No ve la diferencia entre libre y gratuito.

Y eso nos lleva al segundo argumento. Entre los pensadores del software libre va creciendo un cierto miedo de que al popularizarse Linux e ir apareciendo programas de pago que funcionen sobre él, sobrevenga una llegada masiva de usuarios desinformados pidiendo cracks, serials y keygens, lo que acabaría desvirtuando el más seguro reducto del software libre. La atmósfera protectora de Linux, la incubadora del código abierto, quedaría contaminada por actitudes ajenas a ella. Esta visión es algo pesimista porque presupone que el nuevo usuario, en lugar de usar los programas libres puestos a su disposición, preferirá buscar un parche y seguir usando “el de toda la vida”, el que le vendieron cuando se inició en la informática como la gran mayoría: en la burbuja del software privativo.

Sin embargo, pesimismo aparte, no deja de ser un punto interesante de reflexión. Cambiar uno mismo o invitar a otros a usar Linux como simple moda o tendencia superficial puede ser un error. La transición al software libre es una oportunidad de reeducar a la sociedad, entendiendo que detrás de todo lo que se hace, o hay una ideología, o hay una falta de ella y por tanto un servicio inconsciente a otras ideologías que podemos no compartir. Así que desde aquí animamos a todos los arquitectos a comenzar el camino hacia el SL comenzando por sus herramientas informáticas… siempre que lo hagan con la convicción de estar apostando por algo valioso, y actúen en consecuencia.

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ya hoy en día es posible correr programas de Windows en Linux con simuladores como Wine. Pero es una gran verdad es que a medida que las empresas comiencen a implementar sus programas privativos para la Plataforma de Linux comenzará a gestarse una demanda creciente de usuarios que buscarán saltarse las licencias de estos programas dentro de la Plataforma de Linux. Ante esto, la mejor opción creo, es que exista la mayor cantidad de alternativas libres a los programas de pago, de forma que dichas prácticas queden reducidas a porcentages menores de usuarios.

ya hoy en día es posible correr programas de Windows en Linux con simuladores como Wine. Pero es una gran verdad es que a medida que las empresas comiencen a implementar sus programas privativos para la Plataforma de Linux comenzará a gestarse una demanda creciente de usuarios que buscarán saltarse las licencias de estos programas dentro de la Plataforma de Linux. Ante esto, la mejor opción creo, es que exista la mayor cantidad de alternativas libres a los programas de pago, de forma que dichas prácticas queden reducidas a porcentages menores de usuarios.

De acuerdo contigo, Zaladquiel. Eso, y difundir el uso de Linux como parte de la filosofía open source y no como mera alternativa curiosa. Que los que se cambien, lo hagan apuntando al software libre aunque mientras tanto haya que usar otras alternativas. Así se retroalimentará el desarrollo de más programas libres, etc.

De acuerdo contigo, Zaladquiel. Eso, y difundir el uso de Linux como parte de la filosofía open source y no como mera alternativa curiosa. Que los que se cambien, lo hagan apuntando al software libre aunque mientras tanto haya que usar otras alternativas. Así se retroalimentará el desarrollo de más programas libres, etc.

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